Escribe: Diego Bengoa
Liliana Ramos (43) toma del brazo a su compañero, Gustavo Calio (41) y suspira. Sus ojos se humedecen. De inmediato retoma la palabra, sin pausa, hasta que el llanto vuelve a quebrarla.
Nunca pensó que la vida la enfrentaría ante el drama de no saber adónde parar. Y dice, resalta, que si estaría sola en el mundo o con su Gustavo no sufriría tanto como ahora, a pocas horas de tener que abandonar su casa: lo que a ella más la desvela y la mortifica es la posibilidad de que el domingo sus dos hijos (de 15 y 18 años) no tengan un techo.
La pareja Calio - Ramos resultó adjudicataria de una de las 36 Viviendas del plan de barrio La Floresta, que el Gobierno, del por entonces intendente Marcelo Frossasco, promocionó con bombos y platillos allá por 2003.
La casa que a ellos les tocó debía estar lista -como todas las demás- a mediados de 2004, de acuerdo a las previsiones oficiales. Hoy, casi un lustro después, permanece en sus vidas como el sueño inalcanzable.

“No podemos tener algo nuestro”

La familia reside desde hace 12 años en Rucci al 200 de Villa María. Cuentan que un matrimonio “muy bueno” les prestó la amplia residencia y más tarde se las alquiló. Pero, luego, los propietarios fueron otros y las cosas cambiaron.
Gustavo declaró bajo juramento que el próximo domingo, indefectiblemente, deberán abandonar la propiedad, porque sus dueños no quieren alquilarla más.
A las 17, entonces, tendrán que entregar la llave; de lo contrario están obligados a pagar 100 pesos diarios como multa, hasta tanto no desalojen el hogar.
El se dedica a la rectificación de motores, ella trabaja en una lavandería. Gustavo “está en negro” y alquilar una vivienda se les torna imposible de acuerdo a las leyes inmobiliarias.
“No logramos reunir los requisitos. No nos alcanza el sueldo en blanco y no conseguimos garantías. Y entiendo a la gente, como todo el mundo engaña a todo el mundo, es lógico que nadie confíe en nadie”, expresa Liliana.
“La última reunión con el Gobierno y los adjudicatarios, el año pasado, terminó con la promesa de que en marzo o a más tardar abril iban a estar terminadas las viviendas. Pero ahora nos encontramos con que nos tenemos que ir de acá, no tenemos adónde ir y encima no podemos tener algo que es nuestro”, reclama.
La mujer se comunicó con la secretaria del intendente Guillermo Cavagnero, pero recibió como respuesta un lacónico “no puedo hacer nada”.
“¿Qué tenemos que hacer, acampar en la plaza (Capitán de los Andes) frente al municipio? ¿O meternos en las casitas como estén?”, dice y se emociona. Pide “perdón” por “estar desesperada” y por hablar sin pausas.
Todo en esta casa está en cajas y bolsas, porque las horas pasan y el momento de despegar se avecina. Todo en esta casa es incertidumbre. “Los chicos nos preguntan adónde nos vamos y no tenemos respuestas”, confiesan.

“No me toquen al gobernador”

La pareja entregó 2.000 pesos por la vivienda de barrio La Floresta y, una vez instalados, comenzarían a abonar las cuotas correspondientes. Como se conoce, el monto de dinero que dejaron los beneficiarios en las arcas de la comuna varía de caso en caso; algunos pagaron poco y otros mucho, en una conducta que el año pasado se llegó a calificar como “un remate al mejor postor”.
La historia del plan es bochornosa. Resulta una obligación recordar las palabras de la secretaria de Gobierno, Sandra Bossa, en el verano del año pasado, cuando los adjudicatarios protestaron in situ en La Floresta. Habló de grandes desprolijidades, llegó a decir que no se sabía cuánto dinero ingresó proveniente del Instituto Provincial de Viviendas al municipio que entonces lideró Frossasco y cuál fue su destino.
El ex jefe comunal entregó el mando en diciembre de 2007 con la publicación de una gacetilla en la que enumeró diversos actos de gestión. Allí, colocó a este plan como a punto de concluir. Guillermo Cavagnero, su sucesor del mismo partido, poco pudo hacer desde ese diciembre con la bomba que le estalló en sus manos.
En setiembre de 2008, el gobernador Juan Schiaretti prometió la conclusión de la obra. Señaló, en el Salón Blanco de Villa María, que enviaría 1.100.000 pesos para tal finalidad. Pero ha transcurrido casi medio año desde esa declaración y todo está como lo dejó Frossasco.
“No me toquen al gobernador”, dicen que les dijo el hoy legislador provincial a beneficiarios cuando, en horas previas al arribo de la presidenta Cristina de Kirchner a Villa María, los reunió con funcionarios de la provincia y el mismo Cavagnero, en esa siesta en que dejó muy mal parado al actual jefe del Ejecutivo reprochándole la demora en avanzar con papeles que debían pasar por el Concejo Deliberante.