Justicia, le cuento y explíqueme por qué
En el año 2002 y como producto de la crisis socioeconómica, abusos del sistema financiero que atravesaba nuestro país y con el fin, entre otras razones, de preservar la fuente de trabajo de casi 70 empleados, más un grupo importante de proveedores locales que siempre tuvieron una consideración especial de nuestra parte por contribuir a la economía regional, nos vimos en la necesidad de solicitar la ayuda financiera del, por aquel entonces, Banco Suquía.
Nunca pensamos, como empresa familiar dedicada al rubro supermercado, con una trayectoria de dos décadas basadas en la responsabilidad, el respeto y la ética comercial, que nos embarcaríamos en lo que hoy, a título personal, considero una auténtica pesadilla.
Pienso y manifiesto por lo transmitido por representantes legales, consultas y por lo vivido personalmente a continuación.
En el año citado constituimos una hipoteca del tipo abierta a favor del Banco Suquía, que en ese momento estaba en un período de transición formando un fideicomiso con otro banco; luego pasa un nuevo Banco Suquía, para terminar en lo que conocemos hoy como Banco Macro.
El banco no pudo demostrar cuándo y cómo nos entregó el dinero de esa viciada hipoteca abierta (instrumento que se otorga para garantizar el cobro de futuros créditos, que nunca nos otorgó, no es un préstamo de dinero, distintos de las hipotecas comunes, sino avalar con una propiedad que el crédito a otorgar o el dinero a prestar en el futuro será cancelado), instrumento que también utilizamos como una empresa proveedora a quien le cumplimos estrictamente, ya que nuestra costumbre era cumplir con los compromisos contraídos.
El Banco Suquía no demuestra cómo y cuándo nos otorga el dinero, pero inicia su ejecución, no sólo hipotecaria, sino que también inicia el cobro de la misma a los socios, como pagadores solidarios, o sea que inicia dos juicios por la misma causa, uno para ejecutar la hipoteca y otro para cobrarle a los socios de la empresa la misma deuda, según él.
Ahora, le cuento, Justicia, con todo el respeto que usted se merece: después de mucho tiempo y con todo el desgaste que produce un proceso judicial que ya lleva 12 años, de notificaciones, visitas del oficial de justicia, sentencias, apelaciones, marchas y contramarchas, nombres cambiados, fechas inciertas y cosas inexplicables como, por ejemplo, el juicio a los socios nos resulta favorable en primera y segunda instancias. Entonces se promueve una mediación y a la primera cita el banco no concurre y a la segunda, justo el día antes de la mediación, revierte la Justicia el fallo a favor del banco.
En este momento el Banco Suquía tiene las dos sentencias a su favor por la misma causa. Le cuento a la Justicia que hace diez años tuvimos la voluntad de terminar este tormento (aunque no correspondiese pagar), desprendiéndonos de un bien propio, el único que no nos había afectado el banco con cautelares, para terminar, y nos fue imposible porque el abogado patrocinante del banco, esposo de una prestigiosa jueza, pretendía que nuestro abogado renunciara a los honorarios regulados al banco por el juicio que había ganado a los socios para así llegar a un acuerdo con el juicio hipotecario.
Usted, Justicia, se preguntará por qué no consignamos. Bueno, le explico: cuando una parte del Supermercado Argentino se transforma en otro supermercado que funcionaba en la calle Rivadavia, usted, Justicia, le libró tantos “embargos de caja” (por diez años consecutivos), injustamente, por un interminable juicio y sin cifra cierta de un empleado y ¿sabe qué paso, Justicia? La empresa debió cerrar porque usted, Justicia, la fundió, así como tantas otras causas parecidas y padecidas”.
Hacer justicia es aplicar las leyes con sentido común, que valga la pena recurrir allá, revalidando la función de sus partes, auxiliares y fundamentales que los ciudadanos nos sintamos protegidos por uno de los poderes más importantes e independientes que tiene el Estado, el Poder Judicial, encargado de administrar justicia con celeridad, equidad y congruencia, características de una Justicia que yo no conocí. Espero que algún día usted, Justicia, me pueda explicar.
Silvia Costa
DNI 13.136.150