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Estaban todos. El radicalismo de una parte del interior se movilizó a Villa María y detrás de las puertas del Amerian puso en el tapete un debate que agita las aguas del tradicionalismo del Siglo XX, con el periscopio apuntando a nuevos horizontes.
Estaban todos. Los históricos y los más jóvenes. Los entusiastas y los precavidos. Los hombres mirando al PRO y los mirando al sudeste.
“Juntamos 450 dirigentes y no era un plenario de toda la provincia. Es la prueba de que estamos fuertes en la estructura y muy motivados. Es la prueba de que somos la columna vertebral”, afirmó uno de los anfitriones del congreso que anotó en la lista de presentes a los máximos referentes boinas blancas.
Sí, estuvieron Ramón Mestre, Mario Negri, Oscar Aguad, Carlos Becerra y las autoridades partidarias.
Bustamante contento y agradecido por la movida que se generó en Villa María, tierra que ya lleva quince años en manos del peronismo.
No todo fue un lecho de rosas en el salón del hotel ubicado a la vera de la 158. Hubo voces disidentes, hubo reclamos de participación y mensajes tendientes a formar un amplio frente que les devuelva el triunfo electoral, arrebatado en 1999 por José Manuel de la Sota.
“Los radicales estamos acostumbrados al debate, no nos preocupan las posturas diferentes”, afirmó un dirigente local resaltando que el armado de un frente ya está en la cancha.
El punto más caliente de una posible alianza electoral está parado encima del partido del jefe porteño Mauricio Macri, representado en Córdoba por el exárbitro y actual diputado nacional Héctor Baldassi y en Villa María por el concejal Darío Capitani.
Muchos radicales no pueden digerir el silbato macrista. El que “la tiene clara” y viene entrenando en el campo de juego es el legislador Oscar Aguad.
“Si no entendemos que la mayoría de los votantes de Macri son radicales, nos vamos a seguir equivocando”, afirmó el dirigente que ya conoce el polvo de la derrota en la disputa por la Gobernación.
Aguad tiene un concepto que se juega de medio campo para adelante. No tiene pensado “bajar” al terreno de los “nostálgicos”.
Es más, su crítica al “populismo” (ver entrevista páginas 8 y 9) incluye también a su partido.
Mientras el diputado nacional ya entró a jugar en el frente con el PRO, otros se quedaron fuera de la cancha elongando.
En un momento del plenario, un dirigente de otro departamento electrizó el ambiente.
“Justo a Villa María, esta ciudad cuna del gran Amadeo Sabattini, vienen a discutir de alianzas, ese mismo Sabattini que rechazó la vicepresidencia que le ofreció Perón. Ese Sabattini que dijo ‘prefiero llorar una derrota con amigos que festejar una victoria con gente que no conozco’”.
Las aguas tuvieron una cuota de turbulencia cuando el hombre en cuestión afirmó: “Pareciera que el futuro de la UCR sólo tiene vigor, aliándose al enemigo de nuestros adversarios, qué triste, esto puede suceder a causa de dos cosas, o ceguera política o cinismo”.
Sus palabras no cayeron muy bien y, según confesó el propio orador, hubo dirigentes que “no lo entendieron”.
Es que el radicalismo debate, en lo profundo de su océano, banderas relacionadas con la “humildad, la transparencia y la honestidad”.
Virtudes que los radicales se niegan a ver en cualquier dirigente que “huela a peronismo”.
Más allá de los que intentan rescatar el radicalismo puro y sin transar con otras fuerzas que tengan cierto peso (como el PRO o el juecismo), la necesidad de hacer un frente para “soñar” con un buen resultado electoral es la consigna que maneja la mayoría de los pesos pesados del centenario partido.
Unos con un discurso y otros con diversos matices, pero, en definitiva, hoy todos los caminos conducen al PRO por la buena performance que Macri tiene en las últimas encuestas.
La juventud, también, planteó su pensamiento en el plenario del Amerian.
Pidió mayor participación en las decisiones, exigió a los dirigentes y a los militantes que salgan a la calle, que hablen con la gente y que dejen de lado los viejos recelos.
Desde la rama juvenil, pusieron en alto la importancia de que cualquier triunfo sea “radical”.
Precisamente, este “orgullo” del centenario partido es una de las fases que genera ciertas rispideces en el interior del PRO villamariense.
El propio Darío Capitani confirmó que existen charlas con sectores del radicalismo, pero aclaró que “no se pueden arrogar ser la columna vertebral”. “Antes tienen que hacerse un trasplante de médula”, indicó con ironía el concejal macrista.
Aguad tiene una concepción con el tema de la columna. Considera, y lo dice con todas las letras, que no es obligación tener un candidato surgido del radicalismo. La mayoría no piensa igual y hace valer la estructura como un estandarte que puede llegar a romper la armonía en una mesa de conversaciones. Por lo menos en Villa María, donde el radicalismo terminó en tercer lugar en las últimas elecciones municipales. Si bien la Pro-puesta está en la cancha, hay que jugar el partido para conocer el resultado. Todavía el frente está verde.