Desde hace más de 30 años, Aldo Centani, dedica tiempo y esfuerzo cotidiano al oficio de talabartero que eligió como actividad laboral definitiva.
Centani que en la actualidad lidera la Talabartería “Beyco” ubicada en la calle Tierra del Fuego al 2115 de barrio Lamadrid, sostiene que la clave para mantenerse tres décadas en la actividad está más relacionada con la voluntad de trabajar que con la habilidad de manipular el cuero para transformarlo en productos concretos.
“Tuve la intención de progresar y después de diez años me fui de una mueblería donde hacía el reparto, primero a la talabartería de mi cuñado en donde me desempeñé como viajante. Después abrí mi propio negocio”, rememora el reporteado por EL DIARIO.
“El que tiene ganas de llegar a algo, siempre evoluciona y lo hace. Hay que poner muchas ganas y sacrificio, pero se logra”, subraya Centani antes de recordar que mientras comenzó a trabajar específicamente en este ámbito, dedicaba su tiempo de descanso para conocer y aprender más sobre el oficio de talabartero que lo terminó cautivando.
Luego y ya independizado, Centani arrancó junto con su esposa un camino que no abandona “ni aunque le ofrezcan todo el oro del mundo”.
“La talabartería en sí no es un ramo que sea buscado por los delincuentes. En este oficio vas a encontrar personas con condiciones para ser artesanos y con ganas de avanzar”
“Acá no hay otra que trabajar y disfrutar con lo que hacés”, enfatizó.
Recordando a trabajadores que le enseñaron cómo mejorar en la labor que eligió, Aldo apuntó: “Hubo maestros talabarteros que enseñaron pero uno tuvo que poner esmero, compromiso y entusiasmo para aprender”.
“Creo que siempre tenés que estar arriba del oficio para hacerlo bien. Porque para hacer las cosas mal es preferible no trabajar en esto, dedicarse a otra cosa”, expresó.
A la hora de crear, Centani se considera un autodidacta.
“Cuando viajaba, a veces me encontraba con clientes y les miraba un basto (pieza de la montura) y decía qué lindo. Al volver a mi casa me ponía a reproducirlo despacito, de memoria y lo terminaba haciendo”, manifestó.
“Ahora cortamos y mandamos a hacer, pero la experiencia la tuvimos”, sostuvo el entrevistado que encabeza una empresa integrada por doce personas, varios de ellos familiares directos.
Lejos de extinguirse
Para Aldo, la talabartería a pesar de que “se va perdiendo” en la Provincia de Córdoba debido a la modernización de los hombres de campo, mantiene su auge en la región del sur donde la presencia del caballo sigue resultando fundamental.
“En la zona nuestra, a los campos los recorren con cuatriciclos. En cambio, por factores climáticos y geográficos, se necesitan los caballos para trasladarse o realizar determinado tipo de tareas”, subrayó el consultado.
“La tradición no se pierde nunca, porque a la gente que le gusta el caballo siempre tiene alguno y obligatoriamente los tienen que vestir. Nosotros estamos llegando con nuestros productos hasta Bahía Blanca, Tres Arroyos, Tandil, Mar del Plata, Necochea y otros lugares lejanos donde necesitan lo que hacemos”, también dijo.
“Yo calculo que mis nietos (tiene siete) van a continuar lo que yo he empezado. Ojalá se entusiasmen y puedan disfrutar como yo de este trabajo. Ya estoy medio retirado y un día me voy a ir. Espero que ellos se queden y sigan”, concluyó.