No hay que hacer filosofía sobre el poder. El poder es como una mina esquiva, parece que la tenés, pero se te escapa...
Quiero a los argentinos pero me cuesta entenderlos...
La política es para ayudar a la gente. La política tiene que enamorar y hacerse con amor”
José “Pepe” Mujica, senador uruguayo
José “Pepe” Mujica es un uruguayo que luchó por una causa, enfrentó a las dictaduras, fue tupamaro, estuvo sentado en el Ministerio de Agricultura de su país y hoy es senador. Un senador “que vive y siente como pueblo.”
Vale la presentación ya que nadie puede acusarlo de oligarca, golpista conspirador u otros términos que están en boga últimamente fronteras para adentro.
“Quiero a los argentinos pero me cuesta entenderlos”, dijo Mujica en diversas apariciones públicas consultado sobre los tiempos convulsionados que vivió el país en los últimos meses y que aún flotan en el aire como una especie de fantasma adicto al odio o a la venganza.
La política de la confrontación es la que sorprende a Mujica.
Y en eso somos expertos, tenemos falta de amor entre los representantes y los representados, entre los representantes y los representantes y entre los representados y los representados. Parece un trabalenguas, pero es parte de nuestra capacidad siempre latente de ver al otro como contrincante. No ver el prójimo, sino el enemigo. “Si no piensa como yo, si no hace lo que digo, fuera de mi vida...”. Muy nuestro.
La presidenta enfrentada con el vicepresidente, los legisladores del mismo partido confrontando, funcionarios escrachados de un lado y del otro. Gobernadores peleados con la Nación. Los que juraban quererse, hoy se odian. Los que juraban odiarse, hoy se quieren. Somos difíciles de entender, sin duda.
Y la pregunta que ronda en estos caminos espinosos que nos tocó en suerte es ¿hasta cuándo vamos a enfrentarnos con la excusa del amor y unirnos con la excusa del espanto?
@ Causas perdidas
“La política es para ayudar a la gente. La política tiene que enamorar y hacerse con amor”. Un concepto de Mujica que recuerda esas causas que dieron origen a los grandes movimientos populares y que hoy terminaron aplastadas por “proyectos” (individuales y no colectivos) y por la necesidad de “acumular dinero” para tener expectativas de llegar alguna vez al poder.
Ese poder que según Mujica, es una mina esquiva. Parece que la tenés pero se te escapa.
Hoy a la política (encarnada en hombres y mujeres) le falta sabiduría, le falta humildad, ética y le falta amor al prójimo.
Mujica habló de la ética. Este uruguayo, que estuvo diez años preso, sigue teniendo claro que si querés servir al pueblo “debés vivir como el pueblo.”
Para eso sería preciso que un funcionario o un legislador gane lo mismo (o poco más) que un trabajador medio. Que no use los fondos públicos para movilizarse, para comer, para hacer campaña. Que no acomode a toda su familia en cargos. Que la inflación lo perjudique, que sienta el rigor de los recortes, de la ausencia de elementos en los hospitales, que sufra la impotencia de no ser escuchado en sus reclamos. Que rinda cuentas del aumento de su patrimonio mientras está en la función pública. Casi imposible. Es pensar en otro país.
Es pensar en un país que privilegie el talento, la honestidad, la vocación de servicio, el compromiso.
Es pensar en un país que no encare las cosas serias de la vida como un partido de fútbol, que defienda su cultura, que luche por la justicia.
Es pensar en un país que sea capaz de amarse. Acortar las diferencias a través del afecto. Casi imposible. Pero vale la pena intentarlo.
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