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Esta película ya la vimos. Las secuencias en el escenario político se repiten una y otra vez. Como si el mundo de la imaginación y de los sueños hubiera sido devorado por el poder.

Pocas cosas sorprenden ya en la proyección fílmica del espectro político. Los actores se mueven con gestos ya conocidos y los espectadores, por momentos, se entregan en los brazos del aburrimiento, mientras siguen lidiando con sus problemas cotidianos.

El intendente Eduardo Accastello, con mucho talento para la oratoria, ha quedado en los últimos tiempos atrapado en la red de la rutina. Su pelea con el Gobierno provincial ha pasado a ser una constante en los discursos que el jefe comunal brinda en el Concejo para informar su gestión.

¿Es necesario a la hora de hablar de su gestión el ataque al Gobierno provincial? Seguramente no.

Porque el enfrentamiento entre Accastello y el gobernador (otrora su amigo e impulsor al plano nacional) es meramente político partidario, más allá de los reclamos con fundamento que le facturen a la provincia, como la demora en la obra del nuevo Hospital.

Y porque esos enfrentamientos de palabras cruzadas al viento en algún momento culminan en un abrazo, rostros sonrientes y una foto para el afiche electoral con Photoshop incluido.

Esta película ya la vimos. Es la historia del peronismo. Lo dijo el propio Juan Domingo Perón eternizando su frase:  “Los peronistas somos como los gatos: cuando parece que nos estamos peleando es que nos estamos reproduciendo”.

Se pelean y se reproducen. Una y otra vez. Hasta el punto que la propia oposición no tiene la menor idea de cómo romper con ese karma gatúbelo.

Accastello lleva quince años en el Sillón de Viñas y nadie puede discutirle sus obras y la transformación que llevó adelante.

Tiene un paisaje colorido para mostrar y por eso resulta inverosímil que haya dedicado parte de su discurso en el cuerpo legislativo a cuestionar a un gobierno de su propio palo, más allá de las diferencias de coyuntura.

Es posible que su actitud esté relacionada con una necesidad de “mostrarle” al kirchnerismo su fidelidad. Si es así, a la comunidad mayoritariamente le interesa cada vez menos las peleas entre dirigentes.

Y el propio Accastello lo precisa con todas las letras en su discurso.

“El conflicto y la agresión son rechazados por los villamarienses. Aquí se vive en paz social”, señaló en uno de los pasajes de la oratoria del pasado viernes.

Precisamente, una frase interesante en un contexto en donde él se ubicó en el rol de crítico de las acciones del gobernador.

Más allá de las pujas dirigenciales, Accastello apretó el acelerado a fondo para posicionar a José Carignano en su calidad de sucesor del Sillón de Viñas.

“Una de las razones del éxito de un modelo es tener en la conducción a líderes y buenos gestores que te acompañen. Quiero agradecer a mi equipo y en la persona de mi principal referente, José Carignano, saludar a todos los que acompañan mi idea de gobierno...”.

El candidato está echado al ruedo y el intendente intentará por todos los medios posicionarlo en la consideración de los vecinos.

De la marcha de sus acciones para hacer crecer al contador que todavía no mide muy bien, dependerá la fecha de las elecciones municipales que está en manos de Accastello, una carta que jugará en el momento que considere adecuado. 

En las estrategias, el jefe comunal siempre ha demostrado tener un excelente olfato.

Y eso la oposición lo sabe.

 

Bancas vacías

La minoría dejó tres bancas vacías en el Concejo. Se perdieron la sesión especial la edil radical Nora Landart (de viaje, según dicen), el macrista Darío Capitani y Ricardo Pereyra.

Capitani expresó, sobre su ausencia, que no tenía sentido asistir a “una puesta en escena política”.

“Lo que tiene que ser un informe de gestión se usa como un escenario político, hablando de lo nacional, elogiando a un sucesor, por eso evitamos asistir”, indicó el concejal del Partido Villamariense.

En realidad, la oposición también tiene actitudes de una película ya vista. Y el armado de un frente es una de ellas.

 

El frente sin dedos de frente

El frente opositor que viene intentando armar diversas fuerzas para disputar la Intendencia todavía está en pañales.

Los enfrentamientos entre dirigentes han pasado a ser escenas de la película que ya vimos.

Unos reman para adelante y los otros reman para  atrás. “No se puede plantear algo con gente que no tiene dos dedos de frente”, manifestó un radical un tanto molesto por el documento hecho público por la Coalición Cívica, el GEN y el socialismo.

“Consideramos que unirse en contra de Accastello es un programa demasiado mezquino. Como mezquino es el planteo de algunos actores que idean esta estrategia que consideramos de miopía política a la que denominamos: efecto espanto”.

Así, se manifestaron Alexis Aguilar, Guillermo Nardi y Roberto Castro.

Sus “palos en la rueda de UNEN” atragantaron a ciertos impulsores del frente. “Estas cosas sirven nada más que para hacerle el juego a Eduardo Accastello”, remarcó el boina blanca agitando el artículo de los dirigentes de las mencionadas fuerzas que agitaron la bandera de las “convicciones” y acusan “a los dirigentes apurados” y con “ambiciones personales”.

El documento firmado por Aguilar, Nardi y Castro, en síntesis, dispara municiones al azar y sin dar nombres de quienes son los blancos de los tiros.

Sin duda, Accastello debe saltar de alegría al observar las peleas entre los adversarios que intentan sacarle el trono.

En este contexto, se explica por qué después de tantos años en el gobierno el peronismo sigue siendo la opción que capta la atención de la mayoría de los votantes.

Si se suma, en las encuestas, lo que miden las principales figuras del peronismo villamariense ampliamente superan por varios cuerpos a todos los opositores juntos.

Lo mismo ocurre a nivel provincial y a nivel nacional.

Como decía el General, los gatos tienen una gran facilidad para reproducirse y hasta ahora la oposición no demostró tener la misma habilidad para andar por los tejados y conservar las vidas.

 

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