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11 de Noviembre de 2014
Cinco años y medio de prisión para uno y cuatro años para el otro
Abusadores condenados en dos juicios abreviados
Se trata de Gustavo Gabriel Beltrán, un panadero que confesó haber manoseado a una menor de su entorno familiar en dos viviendas de Villa María, y de Juan Marcelo Sosa, un peón de albañil que toqueteó a varias niñas en una escuela de verano de Oliva
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Gustavo Gabriel Beltrán (a la izquierda) recibió una condena de cinco años y seis meses de prisión, mientras que a Juan Marcelo Sosa se le impuso una sanción penal de cuatro años

 

Co­mo con­se­cuen­cia de sen­dos acuer­dos pre­vios en­tre el fis­cal de Cá­ma­ra y los res­pec­ti­vos de­fen­so­res, la jue­za Sil­via Sas­lavsky de Ca­man­do­ne con­de­nó ayer a dos in­di­vi­duos que con­fe­sa­ron ha­ber abu­sa­do de ni­ñas me­no­res de edad en Vi­lla Ma­ría y en Oli­va, en dos jui­cios abre­via­dos sus­tan­cia­dos en la Cá­ma­ra del Cri­men lo­cal.
La pe­na más al­ta re­ca­yó en Gus­ta­vo Ga­briel Bel­trán (45), a quien se le im­pu­so una san­ción de cin­co años y seis me­ses de pri­sión efec­ti­va tras ser de­cla­ra­do cul­pa­ble de “abu­so se­xual gra­ve­men­te ul­tra­jan­te, agra­va­do por el vín­cu­lo y rei­te­ra­do”, mien­tras que Juan Mar­ce­lo So­sa (39), re­ci­bió una con­de­na de cua­tro años de cár­cel, tam­bién de cum­pli­mien­to efec­ti­vo, por he­chos de “abu­so se­xual sim­ple rei­te­ra­do”, “abu­so se­xual sim­ple ca­li­fi­ca­do por el vín­cu­lo rei­te­ra­do” y “ex­hi­bi­cio­nes obs­ce­nas”.
Co­mo es ha­bi­tual en es­te ti­po de pro­ce­sos, los dos jui­cios ora­les se rea­li­za­ron a puer­tas ce­rra­das por­que los he­chos in­ves­ti­ga­dos eran de ins­tan­cia pri­va­da, en los que -ade­más- las víc­ti­mas son me­no­res de edad. Por eso, pa­ra pre­ser­var la iden­ti­dad de las ni­ñas abu­sa­das, las de­li­be­ra­cio­nes se lle­va­ron a ca­bo sin la pre­sen­cia de pú­bli­co en la sa­la ubi­ca­da en el quin­to pi­so de Tri­bu­na­les.
Sin em­bar­go, pu­do sa­ber­se que tan­to Bel­trán co­mo So­sa (ca­da uno a su tur­no) ad­mi­tie­ron su res­pon­sa­bi­li­dad pe­nal en los ilí­ci­tos que se les atri­buían, lo que per­mi­tió que las au­dien­cias de de­ba­te se con­cre­ta­ran ba­jo la mo­da­li­dad de “trá­mi­te abre­via­do”, es de­cir sin re­cep­tar­se tes­ti­mo­nios y de­más prue­bas an­te la con­fe­sión li­sa y lla­na de am­bos im­pu­ta­dos.
 
Por la tar­de
En el se­gun­do jui­cio de la jor­na­da, Gus­ta­vo Bel­trán fue con­de­na­do por tres he­chos de abu­so per­pe­tra­dos en fe­chas no pre­ci­sa­das con exac­ti­tud, pe­ro com­pren­di­das en­tre di­ciem­bre de 2011 y oc­tu­bre de 2012, en dos do­mi­ci­lios vi­lla­ma­rien­ses.
De acuer­do con la re­qui­si­to­ria fis­cal de ele­va­ción a jui­cio, el pri­me­ro de los epi­so­dios se pro­du­jo en la vi­vien­da que a fi­nes de 2011 ocu­pa­ba en ca­lle Brand­sen al 440, en ba­rrio San Mar­tín, don­de en ho­ras de la ma­dru­ga­da y apro­ve­chan­do las cir­cuns­tan­cias de que los de­más dor­mían, en rei­te­ra­das opor­tu­ni­da­des in­gre­só a la ha­bi­ta­ción de su víc­ti­ma (por en­ton­ces de 12 años), se in­tro­du­jo en su ca­ma y la ma­no­seó en la re­gión va­gi­nal.
He­chos de si­mi­la­res ca­rac­te­rís­ti­cas ocu­rrie­ron du­ran­te 2012, pe­ro en otro do­mi­ci­lio, si­to en ca­lle Ve­ne­zue­la al 100, en ba­rrio Las Pla­yas, don­de en rei­te­ra­das opor­tu­ni­da­des, tam­bién de ma­dru­ga­da o por la ma­ña­na, Bel­trán in­gre­só a la ha­bi­ta­ción de la cria­tu­ra pa­ra ma­no­sear­la en sus zo­nas pu­den­das mien­tras dor­mía.
El ter­ce­ro de los he­chos, y qui­zás el más gra­ve por sus con­se­cuen­cias, se pro­du­jo en­tre ju­nio y oc­tu­bre de 2012, nue­va­men­te en la ca­sa de ba­rrio Las Pla­yas, don­de el di­so­lu­to in­di­vi­duo rei­te­ró sus prác­ti­cas abu­si­vas, aun­que en esa opor­tu­ni­dad, y pro­duc­to de los to­ca­mien­tos, le oca­sio­nó a la me­nor des­flo­ra­mien­to del hi­men con des­ga­rro in­com­ple­to.
Cuan­do con­clu­yó la au­dien­cia, EL DIA­RIO dia­lo­gó con el abo­ga­do Eduar­do Luis Ro­drí­guez, de­fen­sor de Bel­trán, quien pre­ci­só que “en es­te ti­po de de­li­tos, de­no­mi­na­dos de ‘na­tu­ra­le­za ocul­ta’, don­de di­fí­cil­men­te se en­cuen­tren prue­bas dis­tin­tas a los di­chos de víc­ti­ma y vic­ti­ma­rios, la cau­sa que­da en ma­nos de la ac­ti­vi­dad de los pe­ri­tos en psi­co­lo­gía, y eso es lo que la de­fen­sa de­be ana­li­zar”.
“Es una irres­pon­sa­bi­li­dad in­gre­sar a un jui­cio oral si no se cuen­ta en el ex­pe­dien­te con prue­bas fa­vo­ra­bles, aún cuan­do ha­ya du­da so­bre la ino­cen­cia del acu­sa­do”, aña­dió Ro­drí­guez, y con­clu­yó se­ña­lan­do que “en es­tos pro­ce­sos las pe­ri­cias psi­co­ló­gi­cas son de­ter­mi­nan­tes y es un pun­to en don­de la Jus­ti­cia de­be pro­cu­rar ur­gen­tes mo­di­fi­ca­cio­nes, por­que los pe­ri­tos ter­mi­nan sien­do más im­por­tan­tes que las otras par­tes del pro­ce­so, ma­ne­jan­do una cien­cia que no es exac­ta, pe­ro se apli­ca co­mo si lo fue­ra”.
Fi­nal­men­te, ca­be se­ña­lar que Gus­ta­vo Bel­trán es maes­tro pa­na­de­ro, fac­tu­re­ro y re­pos­te­ro, aun­que al mo­men­to de ser de­te­ni­do (el 24 de no­viem­bre de 2012) se ga­na­ba la vi­da rea­li­zan­do ta­reas de al­ba­ñi­le­ría en for­ma in­de­pen­dien­te.
Na­ci­do en Vi­lla Ma­ría el 29 de sep­tiem­bre de 1969 y con úl­ti­mo do­mi­ci­lio en ca­lle Sui­za sin nú­me­ro, en ba­rrio Las Pla­yas, Bel­trán de­be­rá com­ple­tar los dos ter­cios de la con­de­na (es de­cir, tres años y ocho me­ses) pa­ra po­der so­li­ci­tar la “li­ber­tad con­di­cio­nal”.
Sin em­bar­go, eso no im­pli­ca que di­cho be­ne­fi­cio ex­car­ce­la­to­rio se le con­ce­da en for­ma au­to­má­ti­ca y sin más trá­mi­te. Por el con­tra­rio, en la ma­yo­ría de los ca­sos de abu­so se­xual la Jus­ti­cia pro­vin­cial es mu­cho más es­tric­ta y ri­gu­ro­sa al mo­men­to de eva­luar la pe­ri­cia psi­co­ló­gi­ca que de­ter­mi­na si el con­de­na­do es­tá en con­di­cio­nes de rein­ser­tar­se so­cial­men­te, más allá de que ha­ya ob­ser­va­do bue­na con­duc­ta du­ran­te to­do el pe­río­do de de­ten­ción.
En de­fi­ni­ti­va, no es un he­cho que Bel­trán va­ya a ser li­be­ra­do cuan­do cum­pla los dos ter­cios de la pe­na im­pues­ta en la vís­pe­ra (fi­nes de ju­lio de 2016) y pue­de ocu­rrir, in­clu­so, que ten­ga que com­ple­tar los cin­co años y me­dio de pri­sión (fi­nes de ma­yo de 2018).
 
A pri­me­ra ho­ra
En tan­to, en el pri­mer jui­cio de la jor­na­da, Juan Mar­ce­lo So­sa fue con­de­na­do a cua­tro años de pri­sión por ma­no­sear a di­fe­ren­tes ni­ñas que con­cu­rrían a la es­cue­la de ve­ra­no del Club In­de­pen­dien­te de la ciu­dad de Oli­va, don­de se de­sem­pe­ña­ba co­mo en­car­ga­do de man­te­ni­mien­to de la pi­le­ta y aten­día un quios­co.
Se­gún pu­do sa­ber­se, los he­chos se pro­du­je­ron en las tem­po­ra­das es­ti­va­les de 2010 a 2013, cuan­do el su­je­to en cues­tión se arro­ja­ba a la pis­ci­na y, ha­cién­do­se el dis­traí­do, to­que­tea­ba a las pe­que­ñas ba­ñis­tas den­tro del agua.
En una opor­tu­ni­dad se ba­jó la ro­pa fren­te a una ne­na y le ex­hi­bió sus ge­ni­ta­les, cir­cuns­tan­cia que de­ri­vó en una de­nun­cia de la ma­dre de la víc­ti­ma y la pos­te­rior de­ten­ción de So­sa, en ma­yo del año pa­sa­do, por ese y los otros abu­sos.
Es­te peón de al­ba­ñil y jor­na­le­ro de 39 años de edad fue de­cla­ra­do cul­pa­ble de “abu­so se­xual sim­ple rei­te­ra­do” (dos he­chos), “abu­so se­xual sim­ple ca­li­fi­ca­do por el vín­cu­lo rei­te­ra­do” (dos he­chos) y “ex­hi­bi­cio­nes obs­ce­nas” lue­go de ad­mi­tir su res­pon­sa­bi­li­dad.
Co­mo ya lle­va 17 me­ses en­tre re­jas, ten­drá que com­ple­tar los dos ter­cios de la pe­na (o sea, dos años y ocho me­ses) pa­ra so­li­ci­tar la “con­di­cio­nal”. Pe­ro, del mis­mo mo­do que en el ca­so an­te­rior, lo más pro­ba­ble es que ten­ga que cum­plir la to­ta­li­dad de la con­de­na (ma­yo de 2017) pa­ra po­der ob­te­ner la li­ber­tad.
En es­te pro­ce­so pe­nal, una fa­mi­liar di­rec­ta de So­sa se cons­ti­tu­yó en la cau­sa co­mo que­re­llan­te par­ti­cu­lar, con el pa­tro­ci­nio del abo­ga­do oli­ven­se Ma­nuel To­le­do, por un he­cho de abu­so se­xual que tu­vo co­mo víc­ti­ma a su pro­pia hi­ja, que tam­bién fue víc­ti­ma de ma­no­seos y to­ca­mien­tos im­pú­di­cos.
Ca­be se­ña­lar que am­bos jui­cios fue­ron pre­si­di­dos por la jue­za Sas­lavsky de Ca­man­do­ne y con­ta­ron con la par­ti­ci­pa­ción del fis­cal Fran­cis­co Már­quez y de la se­cre­ta­ria Ga­brie­la Sanz. En tan­to, la ase­so­ra le­tra­da Ana Ma­ría Díaz in­ter­vi­no co­mo de­fen­so­ra ofi­cial de So­sa.

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