Ni la distancia y ni el tiempo pueden lograr que aquellos amores destinados a ser lleguen a concretarse. Se dice que “enamorarse es para atrevidos, para aquellos que pueden con destinos atravesados”.

En la relación sentimental que sostienen desde hace cinco años la vecina villamariense, Stella Maris Perelda, y el español Heliodoro Díaz, lo dicho parece caber a la perfección.

Es que ni los 11 mil kilómetros que separan a la Villa María donde vive Stella y Valladolid que tiene a Helio como ciudadano pudieron desalentar el deseo de estar juntos y la posibilidad de entrar de la mano al espacio donde una funcionaria del Registro Civil los declarara formalmente en matrimonio.

Ayer,  ante sus hijos Carolina, Soledad y Manuel y sus amigas de toda la vida, Stella finalmente dio el sí y en pocos días más, el próximo destino de la pareja será España.

 

Enamorados en la red

 

“Nos conocimos por Internet a principios de 2009 y después de un año Helio vino a la Argentina para quedarse junto a mí. Nunca me imaginé que todo esto iba a terminar así, pero pasó y estoy muy feliz”, expresó Stella Maris.

Repasando cómo se produjo el acercamiento, la entrevistada por EL DIARIO recordó que el sitio electrónico donde coincidió con su marido no fue de aquellos destinados al encuentro de parejas, sino en un centro de formación virtual donde se imparten cursos de capacitación.

“Me enganché en una red social destinada a aprendizajes (Emagister), los dos escribimos, uno se interesó en el otro y así se fue dando, partiendo de la amistad hasta esto que somos hoy”, sostuvo.

“Durante un año y medio hablamos por teléfono dos horas todos los días. Teníamos que estar juntos. Tenía que ser así”, remarcó.

“Obviamente que tuve un poco de temor hasta que llegó al aeropuerto de Córdoba y lo vi en persona. Ya lo había observado antes por fotos y videos, pero no era lo mismo. Por suerte coincidimos y nos gustamos los dos”, remarcó.

“Jamás pensé que podría volver a enamorarme así y menos venirme a vivir justamente a la Argentina”, reflexionó Heliodoro.

“Ahora tenemos todo por delante. Teníamos acá un negocio de artesanías, pero ella quiso que fuéramos a Europa a probar suerte allá con lo que hacemos y bueno, ya está decidido”, redondeó.

La charla termina, los dos se van tomados de la mano. Los pasados forjados a uno y otro costado del Atlántico se van disipando, les queda ahora mirar para adelante y forjar nuevos caminos juntos.

Los miro irse y recuerdo algo leído: “Enamorarse es para aquellos a los que no les incomoda ser espectadores, a sabiendas de que pueden ser protagonistas con sólo quererlo. Eso es enamorarse, creo. Y eso es poner el amor en acción”.