Se podrá discrepar o no con sus posturas políticas. Se lo podrá denominar, como lo enuncia el más extremo arco opositor, “el relator del relato oficialista”. En estos tiempos, se estima que habrá cosechado fanáticos y adversarios con idéntica intensidad pasional.
Pero si hay algo que no se puede objetar de Víctor Hugo Morales es su explicitación manifiesta de “la vereda” desde donde se pronuncia y el empeño que imprime en las causas por las cuales viene luchando desde los años ochenta.
Ayer por la tarde, ante un auditorio colmado del Centro Cultural Favio, el reconocido conductor uruguayo brindó una disertación especial en el marco de la Feria del Libro, con el motivo -o excusa- de socializar su publicación titulada “Audiencia con el diablo”, alusivo a su férreo enfrentamiento público con Héctor Magnetto y el Grupo Clarín.
Antes de ahondar en algunos detalles de la obra, el periodista -quien se definió como “un hijo del Estado” benefactor- arrojó elogios a la ciudad e hilvanó un desarrollo contextual sobre la historia política y económica de América Latina y Argentina. En primer lugar, subrayó -con un atisbo de exageración- que “Villa María se parece un poco a los sueños que tenemos, dado que no he encontrado aquí desigualdades insultantes”. Luego ingresó al terreno contextual sobre el poder real, remarcando que “sólo 85 personas tienen lo mismo que cuatro mil millones en todo el mundo”. “Desde que el neoliberalismo ha planteado que su manera es la única, las sociedades deben optar entre aceptarlo o disputarlo democráticamente. Y en América Latina, el continente más desigual del mundo, eso se está planteando”.
“Los medios como puntas de lanza liberales”
Luego revisó algunos conceptos críticos que se endilgan a la praxis kirchnerista: “Se dice que ya no se dialoga ni consensúa nada. Sucede que antes consensuaban para los poderosos. Por ello, celebro la pelea en nuestras sociedades. La discusión y confrontación es saludable. Sucede aquí y en todos lados, incluso en Estados Unidos actualmente. Y si más del 50% de la población decidió seguir las políticas de un candidato, hay que aceptarlo y trabajar para convencer al otro porcentaje de nuestras propias ideas”.
Del mismo modo indicó que “se denuncia que desde el Gobierno se ejerce el autoritarismo, cuando en realidad, autoritario sería aquel que, sin haber sido elegido, quiere que se hagan las cosas como él piensa”. Asimismo, fustigó a los medios como “puntas de lanza de los liberales que alientan el descrédito de la política”, como también sucede en Norteamérica: “No quieren que la gente vote, participe. Infunden que la política no vale nada, que es todo detestable”.
Volcándose en su libro, Morales abordó la “infamia” del “mafioso” Grupo Clarín respecto al control del Papel Prensa y cómo, con la patente del fútbol codificado, dio protección a dirigentes de clubes y compró vilmente a más de 200 cables del interior del país.
Respecto al plan oficial “Fútbol para Todos”, explicó mediante un ejemplo gráfico que “si el presupuesto del fútbol es de cien mil millones de pesos y la recaudación de este año llega a un billón de pesos, es como si el presupuesto equivaldría a 10 centavos de un billete de 100 pesos, que sería la recaudación, para que todos tengan el derecho a ver el deporte nacional”.
En el último tramo contó parte medular de su obra en la cual Magnetto le espeta a Raúl Alfonsín, “uno de los mejores políticos que ha dado nuestro país”, que era “un estorbo” en la Presidencia de la Nación, instando a su retiro anticipado del Sillón de Rivadavia. Y cómo el propio Magnetto se reunía con Carlos Menem para pergeñar la privatización de Canal 13 y la modificación de la anterior Ley de Medios para que los diarios puedan acceder a medios audiovisuales.
Juan Ramón Seia