Con Raúl Olcelli nos sentamos a una mesa que va cubriéndose de recuerdos, no es para menos ya que hablamos de sus cuarenta años dibujando. Cuatro décadas comunicándose mediante la traducción de la realidad a un mundo de dos dimensiones.
Compañero de trabajo en EL DIARIO que habitualmente ilustra esta columna de los domingos. Un hombre sencillo, un trabajador del trazo sin verbo que sabe llegar con su mensaje al lector.
Un artista que por estos días mostrará algunas de sus obras en la exposición organizada por el gremio de los trabajadores lácteos, Atilra, en su salón ubicado en Belgrano 280, segundo piso, de nuestra ciudad. La inauguración de la muestra, denominada “Retrospectiva, Raúl Olcelli, 40 años”, tendrá lugar el miércoles 19 de noviembre a las 20 horas. Allí podrán verse caricaturas realizadas a lo largo de la fructífera trayectoria de Olcelli. En el mismo edificio también podrán observarse otras dos importantes obras del mismo artista, se trata de sendos murales que representan la lucha del colectivo de los trabajadores lácteos.

En esta columna relacionada con la historia local y regional muchas veces ha caricaturizado a personajes del pasado de nuestra sociedad. Pero su trayectoria se inició con una caricatura de Franz Anton Beckenbauer, el futbolista capitán de la selección alemana campeona en el Mundial de Alemania Occidental del año 1974. Por ello está conmemorando los cuarenta años de dedicación a este trabajo artístico. 

Las caricaturas de Olcelli pintan los personajes con mucha información que comunica con sutiles detalles que dan cuenta de una lectura del personaje que se retrata. El dice que se dibuja “lo que cada uno siente, lo que lleva adentro para decir o contar”. En relación a los personajes señala que “todo es caricaturizable, algunos más que otros. Incluso hay elementos, edificios que se han caricaturizado. Tener la visión humorística y exagerada, a veces, de las situaciones o de las cosas es caricaturizable. Es pasar en limpio lo que uno quiere resaltar de determinado lugar o determinada persona. En el caso de uno es compartir con otras actividades, con otras artes gráficas, con otras manifestaciones que uno tiene, como la pintura, la ilustración, el muralismo y la infografía. A veces haciendo más hincapié en uno que en otro…” pero estos han sido, desde siempre, sus modos de expresarse. 

Retira los brazos de la mesa en la que estamos, se hamaca en la silla. En el salón nos custodia el mural de Olcelli que cuenta la historia del proceso que desarrollaron los trabajadores de EL DIARIO, que recuperaron la empresa cuando en diciembre de 2001 fue quebrada por la patronal. El es uno de los integrantes de la cooperativa que actualmente es la propietaria del medio de prensa. Es uno de ese colectivo que muestra que pueden existir empresas sin patrones, pero no sin trabajadores. Habla con pasión de su tarea en el medio de prensa y la manera en que esa actividad influye en su mirada de dibujante, “me pasa que lo llevo adentro y por eso se emparenta tanto con la cuestión editorial, es ver algo y querer reproducirlo de manera gráfica para poder decir algo, para poder contar algo sobre una persona o sobre un hecho”. Es la necesidad de comunicación lo que le anima, de llegar al otro mediante el arte como artilugio para vencer tiempo y espacio, y también resistencias, y llegar con el mensaje que no siempre será decodificado de la misma manera, pero eso es sabido y forma parte de un espacio subjetivo que enriquece la obra. Olcelli señala que “la expresión de la ilustración o la plástica es como un llanto, o un grito. Uno no dibuja para que quede lindo ni para cumplir con determinados requisitos. De antemano uno lo quiere hacer porque es una sensación y se expresa de esa forma, mi pasión es esa y entiendo que hay distintas herramientas…”. 

Volvemos a sus caricaturas, en la mesa Beckenbauer tira un pase justo, como puesto con la mano, como solía hacer él, la recibe Capitanich que es la última caricatura que hizo Olcelli antes de la nota. En medio están numerosas figuras que se lustran para la noche del miércoles en Atilra, donde el secretario general Pedro Fernández los recibirá para inaugurar la muestra y quizás recordar que Raúl también fue trabajador del sector lácteo, que juntos anduvieron tratando de formar un gremio, que él pudo seguir en la actividad y Olcelli fue despedido por apostar a la organización de los trabajadores. En la muestra casi seguro estará colgada una caricatura del riojano peronista que presidiera este país en los años 90. Dice que quizás fue el que más dibujó, “es que daba muchas oportunidades para caricaturizarlo”.

En cuanto a los estilos dice “hay distintas formas de caricaturas. Una es la simbolista que con tres o cuatro trazos te das cuenta de qué estamos hablando, los clásicos lentitos de John Lennon, el flequillo y el bigotito de Adolfo Hitler. Después está la escuela denominada deformante que se usó mucho tiempo, y se continúa usando, bocas exageradamente inmensas, los ojos totalmente salidos. También hay otra que es la caracterizante que es con la cual más me emparento, en esta el dibujo se asemeja bastante a un retrato pero se le agrega determinada información poniendo de más de algo, o restando alguna cosa”. 

Han ido desfilando recuerdos en la mesa, pero sin darnos cuenta quedaron sentados en una de las puntas de la misma la chaqueña Zusy Lafuente, la maestra de música de la escuela primaria de La Playosa y que solía tocar el piano en la iglesia de esa localidad, e Italo Olcelli un zapatero que se hizo comerciante del rubro librería y juguetería. Son los padres de Raúl, nacido en 1961, a los que recuerda con mucho cariño tal cual lo hace con La Playosa, su localidad de origen. Hablando de su niñez recuerda que siempre dibujaba trenes. No sabe bien el porqué de eso, pero sí que los trenes de su vida lo han llevado a lugares inesperados, muchos agradables, por ahora el miércoles el viaje hará una pausa en la sede de Atilra.