El Centro de Educación Popular para la Infancia y Adolescencia (CEPIA), creado por el Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), está formado por docentes y voluntarios que, desde sus talleres en el Campus y en los barrios, diagraman estrategias para mejorar la calidad de vida de las familias de clases populares. Pero la cosa no queda en el plano teórico.
Según su coordinadora, la licenciada Paula Pavcovich, “derivamos en proyectos de intervención. Uno de esos proyectos es el Taller de Educación Popular de barrio Las Playas, que se sostiene por la UNVM y un voluntariado universitario. También hay un taller en la escuela del barrio La Calera y otro en la ciudad de Córdoba, en el barrio Malvinas Argentinas. La idea de estos talleres es trasladar la investigación a la experiencia y poder interpelarla desde las teorías que manejamos”.
Respecto al trabajo puntual con referentes de la educación popular del país, Pavcovich comentó que “en determinado momento vimos que a muchas de las problemáticas no las podíamos resolver desde un solo lugar; entonces, empezamos a generar charlas con especialistas”.
“Primero trajimos a Valeria Jovet y ahora a Gustavo Galli y Virginia Rodríguez. Queremos abrir un espacio de discusión más grande en Villa María para reflexionar sobre nuestras prácticas y pensar la complejidad que implica trabajar con niños y adolescentes. Acá hay muchas instituciones abocadas a esto y queremos empezar a construir un diálogo con esos espacios”, redondeó Pavcovich.
Del Ministerio al Vera Peñaloza
Gustavo Galli es docente y coordina diversos programas desde el Ministerio de Educación de la Nación y así definió al Vera Peñaloza: “Esta es una escuela que piensa mucho en los jóvenes y adolescentes a través de diversos proyectos; por eso quise venir a conocerla. Hoy charlamos con los estudiantes sobre lo que significa la escuela de hoy y uno de ellos dijo algo muy importante, que había hecho una pasantía laboral y ahí se dio cuenta de lo importante que era la escuela para incluirlo socialmente. Es una satisfacción enorme para los profesores y para todo el sistema educativo escuchar a un chico decir algo así”.
-¿Cuáles son las políticas públicas que con mayor interés quieren instalar desde el Ministerio?
-Hay un conjunto muy grande y todas están pensadas para favorecer y fortalecer la inclusión. Una de ellas tiene que ver con el proyecto de ley que la presidenta envió al Congreso y que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados. Se trata de hacer obligatoria la sala de 4 años, lo que me parece una medida revolucionaria en términos educativos, ya que esos años son los que luego hacen la diferencia en lo que viene, no sólo en la primaria, sino también en la secundaria y genera pertenencia a la escuela; sobre todo, en los sectores populares.
-¿De qué hablamos cuando hablamos de “inclusión educativa”? ¿De la necesidad de más chicos en la escuela, de mejor calidad en sus clases, de más autorreflexión?
-Hablamos de todo eso. Y lo que necesitamos como país es que todos y todas estén dentro de la escuela. Pero es un orgullo ver cómo un pibe de sexto año puede darse cuenta de la importancia de haber pasado por el secundario. Los que somos docentes queremos que pase eso.
-Para muchos docentes, “incluir” significa perder inevitablemente calidad educativa, ya que las “bajadas del Ministerio” para que aprueben todos no estimulan el estudio. Además, para muchos la escuela se ha convertido en “container de alumnos” con cursos multitudinarios donde nadie puede enseñar ni aprender. ¿Qué reflexión te merece esta problemática?
-Es evidente que hay que seguir repensando la educación secundaria no sólo en la Argentina, sino en el mundo entero; y esto que vos decís lo plantearon partidos políticos que no han hecho nada cuando les ha tocado gobernar. Pero es un hecho histórico que la educación secundaria sea obligatoria en nuestro país. En la última década se construyeron 1.800 escuelas y se dieron cuatro millones y medio de netbooks para achicar la brecha digital...
-Pero eso no es sinónimo de calidad educativa...
-No, pero hay programas gratuitos de formación docente por todos lados, como nunca los hubo en ningún gobierno. Los proyectos no son sencillos de realizar en plenitud a corto plazo, pero vamos tejiendo una trama de educación cada vez más inclusiva.
Hay que seguir trabajando. Pero lo que no se puede hacer es pensar en calidad educativa sin inclusión. De eso no hay dudas.