El futuro es de las cosas inteligentes y ecológicas: los teléfonos, los relojes, los televisores… Incluso los edificios.
Pronto nuestras casas conocerán nuestros hábitos y se abrirán, iluminarán y calentarán, anticipándose a nuestras necesidades. Se trata de una apuesta por la tecnología para que determinadas tareas se vuelvan más eficientes, con el objetivo de ahorrar energía y dinero.
Los sistemas de aire acondicionado requieren de mucha energía para funcionar, son un gran peso en la matriz energética mundial, por lo que cada desarrollo que nos ayude a disminuir la necesidad de energía proveniente casi siempre del contaminante petróleo, responsable del calentamiento global y el cambio climático, debe ser tomada en consideración y estudiada para aprovecharla y darle el respiro que nuestro planeta merece.
Pero ante los más sofisticados gadgets, otros proyectos buscan alcanzar el mismo objetivo aunque con un enfoque radicalmente distinto: convertir a los edificios de alguna forma en sistemas similares a los seres vivos, empleando procesos presentes en la naturaleza que consiguen de forma eficiente y sencilla mantenernos más cómodos y seguros.
El ambiente se convierte así en un ser vivo, parte de la naturaleza y no fuera de la ella. Los edificios comienzan a trabajar como organismos basados en sistemas biológicos e interactuar con el ambiente y los usuarios.
Hidrogel
Estudiantes de Arquitectura Avanzada de Cataluña, España, han desarrollado un sistema por el que las paredes se enfrían solas, ayudando a disminuir el calor en días de altas temperaturas y contribuyendo así a reducir el gasto de aire acondicionado.
Lo que han hecho es, básicamente, hacerlas sudar y lo han llamado hidrocerámica. Se trata de una combinación de un hidrogel con materiales de soporte, como cerámica y tela, que responde ante la humedad y el calor.
“Funciona como un dispositivo de enfriamiento por evaporación que reduce la temperatura hasta cinco o seis grados y aumenta la humedad. La inteligencia pasiva hace que su rendimiento sea proporcional al calor en el ambiente exterior: enfría más cuando hace más calor fuera”, explicaron.
Para ello, utiliza el material llamado hidrogel, sustancias que absorben agua y pueden retener hasta 500 veces su peso. Cuando el aire a su alrededor se calienta, el agua comienza a evaporarse, lo que reduce la temperatura del aire que lo rodea unos cinco grados, según las pruebas y experimentos que ellos mismos han llevado a cabo. Es algo muy similar a la forma en que nuestro cuerpo nos refresca con el sudor cuando hace mucho calor.
Como un sándwich
La estructura del prototipo definitivo es como la de un sándwich. Empieza con una capa exterior de acilla, cuya superficie está llena de perforaciones en forma de conos que permiten el acceso del agua y el aire hacia el hidrogel; sigue con otra capa de tela, que absorbe agua y funciona como un transmisor de líquido, y que al ser elástica permite cambios de volumen en el hidrogel a la vez que lo mantiene en su posición. La última capa también está fabricada con arcilla, pero es más fina y está perforada, de forma que aumenta el enfriamiento.
El prototipo final es similar a un ladrillo o azulejo, que podría ser utilizado para crear paredes o fachadas de enfriamiento pasivo.
El uso de arcilla ha sido clave para optimizar el proceso de evaporación; sin duda todos conocemos el mecanismo pasivo del botijo. Sólo habría que alimentar con agua la capa intermedia de ese ladrillo, algo que en su propuesta podría hacerse con un tanque que recoja el agua de la lluvia, por ejemplo, para que el ahorro sea mayor.
El hidrogel absorbe el agua, y la retiene hasta que haga calor. Cuando sube la temperatura, el agua se evapora, reduciendo la temperatura y aumentando el nivel de humedad. De forma natural, el efecto es mayor cuanto más calor haga.
Alternativa de bajo costo para la construcción
Como parte del proyecto, los estudiantes pusieron a prueba el prototipo. Frente a una unidad de control, otra unidad equipada con la hidrocerámica logró reducir la temperatura en cinco grados y aumentar la humedad un 200%.
Se trata aún de un proyecto experimental, pero sus autores han hecho cálculos tanto del costo como del ahorro.
“Fijando la temperatura del aire acondicionado sólo un grado más alta, reduces un 7% el consumo total del aparato. Con la ayuda de la hidrocerámica podrías fijarla hasta cuatro grados más alta de lo habitual”, señalaron.
En cuanto a los costos, todos los materiales son baratos y fáciles de conseguir y ellos aseguran que el metro cuadrado podría costar aproximadamente unos 28 euros.
Fuente de datos:
www.iaac.net - institute for advanced architecture of Catalonia