“Necesito que me ayuden porque tengo mucho miedo por mis hijos y por lo que me pueda pasar a mí. No quiero ser otra Claudia Rodríguez y por eso le pido a la Justicia y a la Policía que tomen cartas en el asunto”.
Las palabras resumen el sentimiento de angustia y preocupación que asegura estar sufriendo Gisela Nelly Godoy (27), una joven villamariense que decidió hacer público el padecimiento que la atormenta como consecuencia de una traumática relación de pareja con el padre de sus hijos, Jonatan Abel Suárez (29).
Temiendo un final similar al de la mujer que fue asesinada a mazazos a fines de septiembre de 2011, en plena calle y frente al colegio Rivadavia, Gisela se llegó hasta la Redacción de EL DIARIO para contar su verdad y reclamar públicamente a las autoridades que la ayuden “antes de que sea demasiado tarde”.
“Lo que me impulsó a venir fue un hecho ocurrido el martes, cuando él (Suárez) se llegó hasta mi casa y con un hierro rompió la luneta trasera de nuestro auto”, explica Godoy, y aclara que ese fue el último de una larga serie de episodios de violencia que sufrió a manos de quien fue su concubino durante más de siete años.
Todo empezó…
En efecto, Gisela relata que convivió con Suárez desde junio de 2004, cuando nació el primer hijo de la pareja (un varón), hasta principios de diciembre de 2011, cuando “cansada de los golpes y los insultos” se fue de la casa que compartían, lo denunció por enésima vez y logró que la Justicia dictara una orden de restricción, impidiéndole acercarse a ella.
Godoy sostiene que su expareja la maltrató física y psíquicamente “desde poco después que naciera el nene” y recuerda que en los casi siete años y medio que duró la relación hubo tres separaciones, todas por hechos de violencia.
“La primera vez fue una cachetada, porque me reclamaba que me ocupaba mucho del bebé y no lo atendía a él”, recordó la denunciante.
Dijo que durante aquellos años de difícil convivencia sufrió al menos cinco hechos de violencia física (concretamente habló de golpes de puño y empujones contra la pared), pero infinidad de episodios de violencia psíquica, como insultos y amenazas. Todo ello, dentro o frente a la vivienda que ocupaban en Santa Fe 2059, perteneciente a la madre de Suárez.
Por aquellos sucesos, Gisela radicó alrededor de una decena de denuncias en la Policía. Y la última fue hace casi tres años, luego de que Suárez la corriera con un hacha, delante de los pequeños hijos de la pareja y de su propia madre.
La última vez
“Me rompió todos los muebles, me golpeó hasta desfigurarme, tiro la cucheta y los nenes cayeron al suelo. Incluso me corrió y me amenazó con un hacha. En su descontrol, hasta golpeó a la madre. Ella presenció ese y otros hechos de violencia”, relató Godoy con la voz entrecortada por la angustia.
Ese mismo día decidió separarse definitivamente. Cuando Suárez se fue, ella guardó sus cosas en un par de bolsas y se fue a la casa de sus padres, en calle Salta al 2900.
Desde que la relación terminó, Suárez se fue a trabajar al sur en al menos dos oportunidades. “Y cuando regresaba, me pedía ver a los nenes”, cuenta Gisela, y añade: “Al principio accedí, pero después de un hecho ocurrido en el río en el verano de 2013, le pedí a la Justicia que no le permita más llevarse a los chicos”.
Preguntada sobre qué había sucedido, la atribulada joven relató que “él se drogó y los nenes casi se ahogan en el río. Y al fin de semana siguiente volvió a drogarse. A esto me lo contaron ellos como tres meses después porque los había amenazado para que no dijeran nada”.
s Más amenazas
Godoy recordó que desde entonces y hasta la actualidad “hubo varios llamados, en los cuales me amenazaba para que le dejara ver a los chicos, y una vez fue con el hermano y me insultó desde la calle”.
“El último hecho de violencia fue el martes pasado, a eso de las 9 de la mañana, cuando fue a mi casa con un hierro rompió la luneta trasera de nuestro auto (un Peugeot 405). Hice la denuncia en la Policía”, agregó la denunciante.
Ese incidente precipitó una decisión de la jueza de Menores, Cecilia Fernández, quien el jueves al mediodía ordenó la entrega de un botón antipánico, que Gisela ya tienen en sus manos para pedir auxilio a la Policía si Suárez vuelve a acercarse a su casa o a intimidarla.
Finalmente, cabe señalar que la joven mujer tuvo dos hijos con el denunciado (un varón de 10 años y una nena de 8, que viven con ella), aunque a mediados del año pasado fue mamá de una segunda niña, producto de una nueva relación iniciada en 2012.