Esta nota no pretende desautorizar, descalificar, refutar ni cosa parecida a otras escritas sobre el tema. Simplemente expongo una visión más y desde otra óptica, referida a esta cuestión.
Independientemente de que el Muro  se construyó con el objetivo de neutralizar sabotajes y provocaciones de todo tipo, incluidas las económicas y políticas efectuadas por el Estado capitalista alemán y los buitres de la época contra la República Democrártica Alemana en lo que realmente era una frontera entre dos países, y aceptándolo como una medida equivocada por parte de la RDA, caben varios interrogantes.
Para empezar, ¿por qué estos defensores capitalistas antimuros jamás dijeron ni dicen una palabra sobre los muros que levanta Israel de manera ilegal, contrariando las resoluciones de las Naciones Unidas, en territorio palestino con el consiguiente genocidio de este pueblo mártir? ¿Por qué no dijeron ni dicen nada de los muros que levanta Norteamérica en la frontera con México y el accionar de las patrullas asesinas oficiales y privadas yanquis que matan a destajo? ¿Por qué callan sobre las vallas y alambradas que levanta España en los enclaves coloniales de Ceuta y Melilla con las consiguientes represiones para los que quieran traspasarlas?  Y así de seguido… Repudiamos los muros, pero todos los muros.
¿A qué se debe este desmesurado y sobreactuado festejo de la caída del Muro? Las razones son varias y se deben a factores más profundos y complejos.
Desde los albores de su configuración hasta constituirse como Estado, la historia de Alemania se ha caracterizado por promover o involucrarse directamente en maniobras políticas o agresiones militares de conquista contra sus vecinos, hasta llegar a lo que conocemos como las dos devastadoras guerras mundiales, sobre todo la última (1939-1945), siempre apelando al famoso argumento del “espacio vital” y a la estúpida veleidad de sentirse “raza superior” que se manifestó hasta en el  festejo de la final del último campeonato de fútbol, burlándose con un pasito de baile un tanto bobo, por cierto, cantando  que son los que marchan erguidos y nosotros. los argentinos. encorvados, obviamente.
Los alemanes jamás pudieron digerir la tremenda paliza que les propinaron los rusos en las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk donde no fue el “general invierno” quien derrotó a la más formidable máquinaria militar conocida hasta entonces, sino el heroísmo y la capacidad de un pueblo y su ejército al costo de entre 20 millones a 25 millones de personas y de sufrimientos inenarrables debido a las atrocidades perpetradas por la “raza superior” en suelo ruso.
Las invasiones y ofensivas nazis siempre las emprendieron en verano. Lo que les falló fue la “blitzkrieg” o guerra relámpago. Los ultrafamosos tanques Panzer y sus tropas emprendieron la disparada y no  pararon hasta Berlín después de la zurra que les dieran los  T.34 rusos en la batalla de Kursk. En la estampida olvidaron  su proverbial arrogancia germana y  no marcharon tan erguidos, pues parece ser que los acuciaban otras urgencias.
 Ahora vuelven a las andadas: se prenden a cuanta provocación política o militar tengan a mano con sus socios occidentales, como el desmembramiento de Yugoeslavia o los intentos en Ucrania, promueven las sanciones económicas contra Rusia y con la OTAN tratan de rodear el territorio de este país con bases misilísticas. No aprenden de la experiencia histórica. Los japoneses la invadieron incontables veces, los mongoles otro tanto, Napoleón en 1812, catorce naciones intervinieron después de 1917 para ahogar la Revolución, los propios alemanes en 1939 y así les fue a todos. Ademas, la Rusia actual no es la de 1939, desindustrializada, hambrienta y con una guerra en puerta. Hoy es una potencia económica, política y militar con aliados poderosos como China, primera potencia económica, y los demas miembros del  BRICS (Brasil, India y Sudáfrica), además del Mercosur, Unasur y CELAC, con quienes están creando un tipo de relación económica, política y financiera en un pie de igualdad y no en la subordinación y sumisión al modo de las potencias capitalistas.
Actualmente, Alemania ha logrado imponer en la Unión Europea un brutal ajuste económico y financiero neoliberal que ha llevado a la ruina a países como Grecia, Portugal, España y hasta Italia y Francia, mientras que los únicos favorecidos son las corporaciones y las instituciones bancarias sobre todo de Alemania ya que su propio pueblo tampoco la está pasando bien con la paulatina pérdida de empleos, beneficios sociales y el deterioro de los salarios.
¿Cuál es entonces el fin último y velado de este farandulezco y promocionado festejo? Es un vano intento más de pretender equiparar la caída del Muro con la caída de la Unión Soviética y sobre todo la caída de las ideologías socialistas, tal como lo concebía el olvidable y delirante “pensador” Francis Fukuyama, aquel que decretó por sí y ante sí la tilinguería del fin de la historia y las ideologías.
En primer lugar, lo que ocurrió en la US fue que entró en crisis un modelo de construcción de socialismo. Ya lo había señalado el propio Carlos Marx cuando decía: “Nuestras ideas no son un dogma estático, son herramientas para cambiar la sociedad de explotación y miseria” y no existe un solo camino para su concreción.
La vitalidad y diversidad de las ideas socialistas se manifiestan en la inagotable capacidad de los pueblos para crear distintas vías y denominaciones para lograr sus fines.
Así tenemos modelos social- democráticos, social-cristianos, comunistas, socialistas, de justicia social, etcétera, pero con un rasgo común: solidarias en lo político y distributivas en lo económico. Esta diversidad creativa encuentra cabal expresión en los distintos procesos populares, progresistas y revolucionarios sobre todo en América Latina como Brasil, Bolivia, Argentina, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Uruguay. Procesos dirigidos por líderes y estadistas de la envergadura de Lula, Dilma, Chávez, Correa, Cristina y Néstor Kirchner, Morales, Mujica, Ortega. Dirigentes que nos enseñan a no aceptar callados y sumisos  las recetas de ajuste y miseria del neoliberalismo y nos indican el camino de la organización y la lucha por una vida mejor.
Mal que les pese a los defensores del neoliberalismo, las ideas del Socialismo Científico gozan de muy buena salud.
Omar Mignola
DNI  6.586.813
(Partido Nuevo Encuentro)