“Las adicciones son moneda corriente y ya están incluso llegando al nivel de la niñez”, consideró Sebastián Luna, párroco de Nuestra Señora de Lourdes, de barrio Florentino Ameghino, desde el 22 de febrero de este año.
El padre hizo un análisis de la realidad con la que se encontró luego de varios meses de estadía en la ciudad y de un intenso trabajo desde la parroquia con los barrios periféricos mediante, por ejemplo, los centros de apoyo educativo.
“Las adicciones ya están en el nivel de la niñez -reiteró-, están muy presentes, demasiado presentes. Lamentablemente, la gente de los comedores lo ve cotidianamente”, aseguró el padre oriundo de Bell Ville, quien apuntó que “es algo absolutamente visible, junto con la violencia”. “Creo que es un combo y, en todo caso, la droga es el indicativo de otras cosas más serias que hay en el fondo, como ciertas incapacidades humanas y ausencias”, examinó.
Luna contó que esta realidad “preocupa y nos asusta, y nos encontramos con ciertas incapacidades, porque nuestra tarea no tiene que ver con eso. Yo no soy un especialista en adicciones y quisiéramos saber qué se podría hacer”. En ese sentido recordó que “a nivel de adicciones desde la parroquia no tenemos un trabajo específico, aunque sí tenemos muchos desafíos”.
Cuando se lo consultó sobre el rol de los padres de aquellos niños y jóvenes que caen en el flagelo de las adicciones, explicó que “creo que hay papás que hacen lo que pueden, por la situación económica en la que viven y por la situación humana”.
“Mis padres, los tuyos, los nuestros, han sido padres como les ha salido y como han podido, y creo que esa es la circunstancia que vemos acá”, mencionó el párroco y justificó: “Esto es lo que pueden hacer y en ese sentido hay que ser muy respetuoso y valorarlo mucho, porque detrás de todo esto a veces hay una cuestión de decir: ‘¿Para qué tienen tantos hijos?’. Y tienen los hijos que pueden, los reciben y después hacen lo que pueden, y creo que todos hacemos lo que podemos en ese sentido”.
Necesidades y voluntarios
Siguiendo con su percepción de la ciudad, el sacerdote dijo que “la Parroquia de Lourdes tiene una fuerte conciencia de recepción social, porque no solamente acuden por los sacramentos, sino también, desde la herencia del padre Hugo Salvato y todos los sacerdotes que han venido después, receptan socialmente todo tipo de necesidades”.
A estas se refiere Luna de la siguiente manera: “Que tengamos dos comedores, dos centros de apoyo escolar primario y secundario, que estén las hermanas adoratrices con las chicas de la prostitución, todo eso es un indicativo de la problemática social que hay”.
De todas formas confió que “he notado necesidad, porque la ciudad ha crecido mucho, pero también mucho trabajo”. “Hemos trabajado en conjunto con instituciones no eclesiales y creo que hay mucho trabajo”, contó, pero criticó que “más allá de lo institucional, falta el compromiso de la gente”.
“Entre los dos centros misioneros hay más de 20 voluntarios que son del barrio y nada más, no tenemos personas voluntarias que estén económicamente muy bien, y sabemos que hay mucha gente de esa en la ciudad, pero que está abstracta de lo que pasa”, opinó el padre Sebastián, y concluyó: “Creo que la sociedad de Villa María, a veces, espera demasiado de instituciones que están vacías, vacías de voluntarios. Las instituciones trabajamos todas a destajo, pero a veces falta el alma de las instituciones que son los voluntarios”.