Por primera vez se realizó el encuentro de centros educativos de Cáritas Diócesis Villa María, del que participaron las siete instituciones que coordina el área de educación no formal de la entidad y en el que realizaron diversas actividades recreativas para los muchos niños que asisten habitualmente a cada una de ellas.
Del encuentro formaron parte el centro misionero “San José”, centro misionero “San Nicolás”, ambos dependientes de la Parroquia de Lourdes; el centro “Divino Niño”, de la Parroquia Sagrada Familia; “Un rayito de esperanza”, de barrio Las Playas; el centro pastoral “Madre Teresa de Calcuta”, de barrio Florida en Villa Nueva; “Rayito de Luz, de Oliva, y “La Casita del Hornero”, de James Craik.
La directora de Cáritas de Villa María, Gilda Ibal, explicó que “es la primera vez que nos juntamos como familia, porque cada centro trabaja por su lado y queríamos poder compartir y contar el trabajo que cada uno hace diariamente”.
Con respecto a los centros educativos, contó que “Cáritas tiene un área de educación no formal, que coordina Cecilia Gaido, y en todo lo que sean proyectos de educación no formal estamos presentes, ya sea con apoyo a nivel primario, secundario, talleres, estimulación temprana, ludotecas o bibliotecas, es muy amplia nuestra incidencia en lo que es educación no formal”.
Una de las actividades más destacadas que realizaron los centros durante la tarde del sábado fue la representación de un cuento que los propios niños crearon y actuaron. Un jurado evaluó las obras y hay un proyecto en marcha para la publicación de un libro con todos los cuentos que cada centro ideó.
Apoyo, talleres y necesidades
Cada centro tiene una realidad distinta según el entorno en el que está enclavado que, a su vez, muchas veces coincide en algunos aspectos con la de los otros.
Ada Ferreyra, del centro educativo “Divino Niño” de Las Acacias, contó que tienen más de 50 niños que asisten a tomar el desayuno, almuerzo y merienda los viernes y sábados. Sobre las necesidades que percibe en el barrio, contó: “Ayer mismo me llamó una mamá para avisarme que no había podido darle el almuerzo a sus ocho hijos. Así que le alcanzamos lo que pudimos. De esos casos hay muchos, a veces son las 15 y los chicos ya quieren tomar la merienda, tienen hambre”.
Graciela Ubiria, una de las personas que trabaja en el centro misionero San Nicolás, explicó que “tratamos de que los chicos estén en el centro como un lugar de contención, que no estén en la calle, por eso los talleres que damos”. En el lugar se ofrece apoyo escolar y también se le da la cena todas las noches a más de 60 personas.
Desde el centro “San José”, Rita Porta contó que tienen 78 niños para apoyo escolar primario, 20 jóvenes en el apoyo para secundaria y 10 niños en estimulación temprana. Sobre la forma de solventar los talleres y gastos contó que “muchas madres vienen a darnos una mano, tenemos gente becada por el ministerio y a su vez hacemos microemprendimientos para pagarles a docentes y a la psicopedagoga”.
