Escribe: Juan Manuel Gorno

 

Ese momento cúlmine, donde la última jugada te sepulta o te consagra, estuvo en el ambiente, detenido en un córner. Y que sea lo que Dios quiera.

Mikhail Colombo se hizo cargo de la ejecución y la pelota fue al punto del penal. Federico Chiocarello se movió hacia el primer palo. Y todo estuvo a pedir de Federico Depetris, el centrodelantero con menos posibilidades de todos, el que había saltado desde el banco para eso, para refrendar su buen momento con la red. 

El cabezazo abajo del “Fede” fue gol. Golazo: a los 50 minutos del segundo tiempo. Y Alumni estalló como hacía tiempo no lo hacía. Fue un estallido emotivo, propio de una final tremenda.

El corolario fue un triunfazo del equipo villamariense, que le ganó 2-1 al bravo Huracán de San Rafael para demostrar que todavía puede dar pelea.

En definitiva, se trataba de un verdadero partido bisagra, donde sólo servía ganar. Y por eso también el triunfo se transformó en triunfazo, más allá de la emoción que desató el “Fede” Depetris en ese resquicio de tiempo que quedó del juego.

Alumni no tenía otra que derrumbar a un rival de categoría, que le había metido 5 en San Rafael y llegaba clasificado, sin presiones.

En ese sentido, el elenco visitante arrancó más tranquilo, bien paradito y con claridad conceptual para elaborar situaciones de riesgo. Pero en 20 minutos de cierta supremacía, Huracán desperdició un par de situaciones en los pies de su goleador, Henry Sáez, que tiró desviado un par de remates y en otra oportunidad se topó con el arquero Gerardo Godoy.

Parecía que Alumni quedaba lejos de todo. Con algunas bajas, no encontró seguridad en el sector izquierdo de su defensa y tampoco tuvo la pelota por las intermitencias de Colombo. 

Sin embargo, en su primer avance serio, recién a los 24 minutos, Joel Manzanares se mandó una guapeada por la derecha y ganó un penal por la fuerte infracción que le cometió Agostinelli.

Chiocarello la embocó desde los doce pasos y allí nació otro partido. 

Huracán dejó de lado la parsimonia y buscó con mayor desesperación el arco de Godoy, mientras Alumni debió ponerse el overol y sostenerse con la seguridad de su portero, además del impecable trabajo de Germán Rivera. No obstante, sobre el final de la etapa, el equipo de Héctor Arzubialde encontró mayor tranquilidad en su juego corto, llevado por Leonel Strumia y compañía. Y si el período finalizó 1-0 fue porque primero Besel, tras buena maniobra individual, y luego Colombo, con remate desde afuera del área, se perdieron el segundo.

Huracán intentó imponer agresividad ofensiva en el segundo tiempo y tuvo algunas situaciones claras para empatar, más allá de que Alumni encontró, en un pelotazo largo de Gozzerino, una chance aislada que Besel dilapidó con remate de primera, a las manos del arquero.

Gerardo Godoy parecía imbatible hasta que Fernando Morán, con un disparo fenomenal desde afuera del área, entrando por la derecha, estampó el 1-1 que lastimaba las intenciones de Alumni.

Cómodo con esa conquista, el visitante se conformó con el 1-1 y se dedicó a marcar fuerte en su campo para salir de contra, mientras el local debió redoblar el esfuerzo, llevado al frente no sólo por los cambios de Arzubialde, sino también por la actitud de algunos jóvenes esforzados como Strumia y Gozzerino.

Federico Depetris, que entró 10 minutos después del empate parcial, había marcado un gol un día antes, contra Española, lo mismo que hizo por partida doble en el clásico ante Alem (el pasado martes). Estaba dulce. Andaba derecho. Y para anoche, a fin de cuentas, tenía en la cabeza el gol que le devolvió el corazón al hincha de Alumni. 

 

La figura