En un país donde se habla más del cobre que de la leche, Arturo Scheidegger asume el desafío de asesorar tambos para desarrollar la lechería en Chile.
Dado que la zona en la que tiene su ámbito laboral es en cercanías de la Capital, cuenta con tierras dedicadas a la producción de frutas y en consecuencia, de alto valor económico por hectárea.
Debido a esa realidad, los tambos que allí existen son de cría intensiva.
“Hay dos filosofías diferentes pero no incompatibles: la cría intensiva y la pastoril. Cada una es conveniente según el clima y el precio de la tierra. Intentar el sistema pastoril en tierras caras, es imposible”, planteó. Por esa razón le parece razonable que convivan ambos sistemas e incluso, destacó el valor de la cría a campo con fuerte suplementación.
Como su especialidad es la cría intensiva, destacó que el sistema, para que sea rentable, se basa “fundamentalmente en buena producción y manejo”, y aclaró que debido a los altos costos de la implementación y mantenimiento de los tambos estabulados “la única forma es que haya buena producción”.
En función de ello, dijo que para que funcione, es indispensable conocer los tres secretos: el primero, el que aborda la medicina reproductiva y que tiene que ver con la rentabilidad, identificando los cuellos de botella que la dificultan para superarlos.
El segundo, con la calidad de los alimentos. “No hay que darles comida de segunda, porque así no se produce”, planteó.
El tercero, la motivación y el compromiso de los equipos de trabajo, desde el dueño, el gerente y los trabajadores. “Muchas veces nos preguntamos porque los mejores son mejores, si tienen las mismas condiciones, el mismo precio de la leche. La respuesta está en los equipos de trabajo”, planteó.
El precio de los alimentos
Una de las claves de su asesoramiento es el precio de los alimentos que se producen para el rodeo.
“En la cría estabulada en Chile, gran parte se debe importar, no la produce el tambo. Según datos que recibo de Argentina, ustedes tienen alimentos a muy buen precio, porque producen silajes de maíz, soja; eso permite hacer raciones buenas y baratas”, señaló.
El precio lo pone siempre el productor. “Algunos me dicen que le ponga el valor que quiera, como que te lo regalan. Otros comparan diciendo que en esa hectárea podría haber sembrado otra cosa o vender el maíz como grano. El valor lo tiene que poner el productor”, señaló.
Dado que su trabajo se funda en hacer rentable las producciones lecheras, el costo del alimento es central. En Chile, cada vaca come un 40% a un 45% de los que produce. “Para nosotros es una muy buena ecuación, pero cuando puse esos mismos precios a los valores que tienen ustedes por ser productores de soja y maíz, me dio un 25% a un 30%, lo cual es sumamente favorable”, planteó.
El otro tema que analizó es la dimensión de los tambos. “Antes, con 100 vacas tenías una producción decentemente grande. Hoy no puede bajar de 500 y algunos hablan de 1.000”.
En Europa
Como doctorado en una universidad alemana y asesor de tambos europeos, Arturo Scheidegger dijo que “la lechería de ese continente no sobreviría sin subsidios”.
Entiende que por esa razón, no se analiza otros sistemas de cría y continúan con la actividad pastoril sin demasiadas innovaciones en busca de más rentabilidad.
La actividad de formación organizada por Tambo Líder y Villa Nueva SA, congregó a productores de la región y culminó con una jornada a campo en Calchín.