Todos escuchamos alguna vez hablar de la Isla Martín García, pero nunca nos pusimos a indagar al respecto como tampoco nos hemos puesto analizar la guerra de Siria, el calentamiento global o la hambruna en Africa, simplemente porque somos unas porquerías de gentes y merecemos ir al infierno junto con el que tuvo la idea de cobrar estacionamiento en el centro.
Ya en el papel de investigadores, descubrimos que la tal isla está ubicada en pleno Río de la Plata y aunque lo haga en aguas uruguayas y a sólo tres kilómetros de las costas orientales, pertenece a la Argentina. “Y en buena hora. Que sirva de venganza por querernos robar la invención del mate, Gardel y el truco”, subraya un patriota criollo. “Qué truco ni truco vo’, primero está el envido”, le grita su vecino al otro lado del río, que responde desbocado porque tiene sangre charrúa, unas agallas bárbaras y 32 de mano.
Con todo, lo que hace más famosa a Martín García es el haber servido de cárcel a importantes personajes de la historia de nuestro país, como Hipólito Yrigoyen, Marcelo T. de Alvear y el mismo Juan Domingo Perón. De allí que el antiguo penal sea uno de los puntos más atractivos del lugar. Fundamentalmente para los justicialistas acérrimos, quienes de frente a las ruinas del presidio invocan frases legendarias del general: “La única verdad es la realidad. Y la realidad es que si hubiera sabido lo bajón que iba a ser esto me gastaba la plata de la excursión en praliné”, gritan, apesadumbrados.
Sin embargo, la mayoría de los visitantes disfrutan los primores locales, como el muelle, las construcciones añejas, el faro, los miradores al río, los senderos que se sumergen en la tupida vegetación y el célebre pan dulce autóctono. También del sector de baterías que explicitan el pasado de batalla (protagonizada por argentinos, uruguayos, brasileños, españoles y franceses) de la isla. Al contemplar los cañones, el grupo de peronistas insiste con enunciados históricos del líder: “Gobernar es fácil, lo difícil es conducir”, señalan, en una frase que no tiene absolutamente nada que ver con nada.
