La camarista Silvia Saslavsky de Camandone le impuso ayer una condena de cuatro años de prisión de cumplimiento efectivo, además de una multa, a un comerciante local que fue detenido por vender drogas al menudeo en un parripollo que tenía en Villa Nueva.
Se trata de Hugo Alberto García, alias “Cuca”, de 49 años de edad, quien fue declarado autor responsable de “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización” y “comercialización de estupefacientes”, a tenor de lo establecido por el artículo 5º, inciso “c”, de la Ley Federal de Estupefacientes Nº 23.737, más conocida como “Ley de Drogas”.
Dicha norma legal establece que “será reprimido con prisión de cuatro a 15 años el que, sin autorización o con destino ilegítimo (...) comercie con estupefacientes o materias primas para su producción o fabricación, o las tenga con fines de comercialización, o las distribuya, o las dé en pago, o las almacene o transporte”.
Al cabo de un juicio breve, en el que no se receptaron testimonios en la sala de la Cámara del Crimen local, aunque se incorporó por lectura toda la prueba obrante en el expediente, la magistrada terminó aplicando la sanción requerida por el fiscal Francisco Márquez en su alegato.
Durante la audiencia de debate pudo saberse también que García tiene una causa pendiente por el mismo delito en la Justicia Federal (más precisamente en Bell Ville), y por la que estuvo seis meses preso en 2010, aunque la misma se encuentra virtualmente paralizada ya que tiene más de cuatro años y permanece sin resolución.
Tras las rejas
La detención de García se produjo el 12 de abril de 2013, en el marco de una pesquisa que la Policía venía desarrollando desde hacía algunas semanas y que le permitió establecer que en el parripollo ubicado sobre avenida Carranza casi esquina Lima, en la vecina ciudad, se vendía cocaína.
Aquel día los investigadores policiales interceptaron a una mujer que acababa de salir del local comercial denominado “El Rey del Pollo” y al requisar su cartera le secuestraron un envoltorio que contenía un gramo de cocaína.
Poco después, al ser allanado el negocio, se incautaron allí dos pequeñas bolsitas que contenían alrededor de cinco gramos de la misma droga cada una, por lo que se inició una causa penal contra García por infracción a la Ley 23.737
Cuando se analizó químicamente el envoltorio secuestrado a la mujer (que luego se convirtió en testigo), se determinó que, en realidad, el polvo blanco estaba conformado por tan sólo 0,029 gramos de cocaína, mezclada con otras sustancias para su “estiramiento”.
En tanto, durante la instrucción judicial de la causa el comerciante no negó que la cocaína fuera suya, pero se defendió diciendo que era “para consumo personal”, algo que en el juicio de la víspera fue finalmente desestimado, ya que la jueza Saslavsky lo terminó condenando por comercialización de estupefacientes.
Al pronunciar su alegato, el abogado defensor Jorge Bustos también sostuvo la posición exculpatoria de su cliente, pero no alcanzó para convencer a la magistrada de que no se trataba de un caso de venta de drogas al menudeo (es decir, en pequeñas cantidades).
Más allá de la causa pendiente que tiene en el Juzgado Federal de Bell Ville, en principio García podría solicitar la “libertad condicional” cuando cumpla las dos terceras partes de la condena impuesta, precisamente por tratarse de un convicto primario.
Así, estará en situación legal de obtener la excarcelación cuando complete dos años y ocho meses entre rejas (mediados de diciembre de 2015), si es que mantiene buena conducta y sortea con éxito una pericia psicológica que acredite que puede reinsertarse socialmente.
Un sonado caso
Nacido el 15 de febrero de 1965, Hugo Alberto García alcanzó notoriedad pública en los últimos años de la década del 90, en el marco de la causa judicial por el homicidio del menor Paolo Sebastián La Furcada, acaecido el 4 de agosto de 1997 en una vivienda de barrio San Martín de Villa María.
Si bien “Cuca” García no tuvo nada que ver con aquel alevoso crimen, se hizo conocido por ser el hijo de Ramona María Cabrera, quien junto a Carlos Torchio golpearon mortalmente a Paolo en la casa que ocupaban en calle 17 de Agosto 51.
Por entonces, Hugo García era maletero de la Terminal de Omnibus junto a su padrastro, Ramón García (le dio el apellido); estaba en pareja desde 1995 con la madre del chico, Ortensia Basconsela (aún hoy siguen siendo concubinos) y vivían en la parte posterior del citado inmueble junto a una hija de ambos, actualmente de 21 años.
Como se recordará, Paolo fue sepultado vivo a la vera de la ruta provincial 4, a unos 2.000 metros del cruce con la 2, y dos días después fueron detenidos y procesados la abuelastra del menor, Ramona Cabrera, y quien había sido su expareja, Carlos Torchio.
El 13 octubre de 1998, los dos fueron condenados a la pena de “reclusión perpetua, con más la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado”, tras ser declarados coautores del delito de “homicidio calificado por alevosía”.
Aún encontrándose detenido, Torchio murió el 12 de marzo de 2005, a la edad de 85 años. La mujer tiene ya 78 años y continúa privada de la libertad porque se le denegó la prisión domiciliaria.