Los trastornos del estado de ánimo implican como característica principal una alteración del humor. Existen distintas manifestaciones, entre ellas, la depresión.
La respuesta depresiva puede ser la reacción de una persona frente a un estímulo estresante o la respuesta del individuo frente al mundo.
Puede manifestarse como un episodio único o bien como episodios recurrentes con distintos niveles de gravedad.
Tiene su origen en factores biológicos, psicológicos y sociofamiliares, (o bien en otra clasificación puede ser endógena o reactiva).
Se presenta no sólo en adultos sino también en niños y adolescentes (aunque su forma de expresión varía).
En el estado de ánimo depresivo la persona tiene una visión negativa de sí mismo, de los otros y del mundo. Tal postura tiene que ver con “esquemas de pensamientos" arraigados que dan lugar a distorsiones cognitivas tales como:
a) Pensamiento "todo o nada" (o tengo éxito o soy un fracaso).
b) Razonamiento emocional (me siento inútil, soy inútil).
c) Personalización (todo es culpa mía).
d) Abstracción selectiva (buscar lo negativo de una situación).
e) Sobre-generalización (todo está mal, toda mi vida es un desastre).
f) Perfeccionismo (o hago todo perfecto o me criticaran y seré un fracaso).
g) Control (tengo que ser capaz de controlar todos los aspectos de mi vida).
Las personas expresan sentirse tristes, desanimadas, “en un pozo”. En la mayoría de los casos las personas refieren haber perdido el interés o dejar de disfrutar de actividades que antes les resultaban placenteras. Esto es absolutamente visualizado también por los familiares.
El apetito puede aumentar o disminuir y, en relación a la sexualidad, hay una reducción del deseo.
Respecto al sueño, la característica central es el insomnio que puede manifestarse por una necesidad de dormir más horas que lo habitual o bien tener dificultades para conciliar el sueño.
En lo referente a la psicomotricidad puede haber agitación, incapacidad para permanecer sentado, mover las manos, enlentecimiento del lenguaje y movimientos corporales, bajo volumen de voz, mutismo.
Hay falta de energía, cansancio y fatiga. El menor trabajo requiere gran esfuerzo. Suele reducirse la eficacia y hasta puede haber quejas de que lavarse o vestirse es agotador.
Algunos expresan disminución para pensar, concentrarse o tomar decisiones.
Frecuentemente hay pensamientos de muerte, reacción suicida o tentativas suicidas (la frecuencia e intensidad de ellos son variables según cada caso específico).
Es preciso un profesional capacitado en el tema para escuchar el discurso del paciente, y observar su sintomatología para un buen diagnóstico.
Se puede recurrir a otros significativos por ejemplo: familiares, amigos, etcétera.
El diagnóstico favorecerá para un correcto tratamiento y la estimación pronóstica.
Lic. Mariela Fernanda Plenasio-
Mat. N ° 2865
Lic. Gisela Hinny-
Mat. N° 3788
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