Rhora, a los 73, hace ya algunos años que no ejerce, pero una larga trayectoria lo convierte en uno de los galenos con más anécdotas para contar, justo hoy, cuando hace exactamente 50 años se recibía de médico en la Universidad Nacional de Córdoba, donde estudió con Martín, uno de los hijos de Arturo Illia.
“Hacía apenas unos meses que estaba trabajando en la Maternidad Provincial, en Córdoba, cuando me llamaron porque había una urgencia. Y ahí, te tocaba lo que te tocaba. No se podía elegir, y yo era nuevito. Fue la primera vez que discutí con un paciente. Llegó una mujer peticita, de San Vicente a punto de dar a luz. Bueno, pasamos a la sala de partos y nace el bebé. Yo veía que había algo más ahí, y ella me insistía en que ‘ya está, páseme a la pieza’ y yo, ‘no, que vas a tener otro bebé’ y ella, que ‘no’, y así, en el tira y afloja, ahí en la sala de partos, discutiendo. Me acuerdo siempre de eso. Finalmente, le terminé sacando el segundo bebé”, se ríe.
Otra vez, en el Dispensario de Río Primero, “me fueron a buscar de urgencia porque una mujer de 54 años, que hacía 7 que estaba menopáusica, tenía un tumor. Cuando la fui a ver, efectivamente, tenía la panza muy hinchada, pero no era un tumor: iba a tener un bebé. Y ella ni sabía que estaba embarazada”, recuerda entre sonrisas, agregando que “en aquella época, y en esos lugares, no había ecografías ni nada por el estilo”.
Una tercera anécdota: “Una vez, hace 40 años, un domingo a la tarde me vino a buscar el esposo de una paciente mía, porque la había chocado un auto. Yo le dije que era ginecólogo, pero él me explicó que la mujer quería que fuera yo. Y el médico tiene que estar siempre presto si quiere ser médico”, afirma. “La cuestión es que fui. Estaba en una clínica privada donde yo no atendía, pero conocía a todos los médicos. Cuando entro, veo que un colega le estaba cosiendo la nariz, unos puntitos, y pensé que por suerte no era nada grave. Instintivamente, le tomé el pulso a la paciente: 180 pulsaciones por minuto. ‘Se te muere’, le dije aparte al médico que la atendía. Tenía el vaso roto y una hemorragia interna. Le salvamos la vida por minutos. Lo gracioso es que hace 30 años que esa mujer es mi vecina, vive acá al lado”.
Entre otras cosas, Trombotto, junto a Oscar González, de Villa Dolores, y Rodolfo Rodríguez, de Alta Gracia, crearon en los albores de la década de 1980, el Instituto Nacional de Servicio de Salud para Jubilados y Pensionados. “Un antecedente directo del PAMI. Se lo propusimos a los militares. Por una suma fija, bastante baja por cierto, todos los médicos de la provincia atendíamos a los jubilados”, recuerda y afirma que en la actualidad “el PAMI presta un servicio muy eficiente y muy bueno”.
El médico también trae a su memoria que, en 1981, cuando era presidente de la Federación de Entidades Profesionales de Córdoba, “hicimos un acto en el salón de Luz y Fuerza, con la presencia de Illia, Luder y Frondizi, para pedirle a los militares el retorno a la democracia; el primer acto en todo el país”.
Jorge Trombotto, para cerrar, no duda en afirmar que para Villa María, “el médico”, el emblema de la profesión “es José Corigliano”.
amón Carrillo nació en Santiago del Estero el 7 de marzo de 1906, hijo del profesor Ramón Carrillo y de la señora María Salomé Gómez Carrillo. Pasó sus primeros años de vida en su ciudad natal. Cursó sus estudios primarios en la Escuela Manuel Belgrano y los secundarios en el Colegio Nacional de Santiago del Estero. Obtuvo su título de bachiller en 1923, con Medalla de Oro. Cuando todavía cursaba el secundario, escribió una temprana obra literaria en la que ya dejaba ver su interés por los temas sociales.
En 1924, viajó a Buenos Aires para cursar estudios en la Facultad de Medicina. Inició las clases con sólo 17 años, siendo el más joven de su curso. En 1927 obtuvo, por concurso de calificaciones, el cargo de Practicante Externo del Hospital de Clínicas y, casi al mismo tiempo, comenzó sus tareas como redactor de la Revista del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina, de la que llegaría a ser subdirector.
Pese a estar compenetrado en sus estudios, tuvo tiempo para ocuparse de la situación social que lo rodeaba, sentía que faltaba un movimiento político que contuviese a la masa de necesitados.
A los 22 años de edad recibió su título de médico. En 1930, gracias a sus altas calificaciones y a la calidad de sus trabajos, ganó la Beca de la Universidad de Buenos Aires, que consistía en tres años de perfeccionamiento en Europa. Eligió capacitarse en Holanda, Francia y Alemania. Su paso por Europa, además de servirle para aumentar sus conocimientos médicos, le permitió ver los cambios políticos que estaban produciéndose en ese momento (1930-1933).
En octubre de 1932, Carrillo representó a la Argentina en el Primer Congreso de Neurología, en Berna, Suiza, siendo el participante más joven y uno de los más activos. Retornó al país en 1933 y lo encontró en medio una gran crisis económica y política, propia de la Década Infame, y en esa etapa continuó buscando el modelo nacional que faltaba en ese momento.
El 17 de Octubre de 1945 lo encontró como jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Militar, lo que lo convirtió en un testigo privilegiado de la llegada de Perón en las primeras horas de ese día.
El 23 de mayo de 1946, en acuerdo general de ministros, se creó la Secretaría de Salud Pública, con rango de Ministerio (pasaría a ser Ministerio con la reforma constitucional de 1949). El 29 de mayo, mediante un decreto del Poder Ejecutivo, el profesor doctor Ramón Carrillo fue designado Secretario de Salud Pública, cargo que asumiría el día 4 de junio de 1946 cuando el General Juan D. Perón se hizo cargo de la Presidencia.