Con los últimos rayos del sol se puso fin ayer al rastrillaje de un lote de montes y pantanos pertenecientes a la estancia de Yucat, en el marco de la investigación destinada a saber qué sucedió con Mariela Bessonart, la mujer de Villa María que desapareció el 28 de septiembre de 2005.
Y, así como se fue la luz del día, también se escurrieron las esperanzas de hallar, no ya un cuerpo, sino, al menos, algún objeto, algún indicio que permita acercar el caso al esclarecimiento.
Por el hecho está imputado el exmarido de la mujer desaparecida, Rodolfo Delpino, quien permaneció más de un año detenido en la cárcel de barrio Belgrano, por lo que pasó encerrado parte de los años 2006 y 2007.
Sin novedad
El fiscal Gustavo Atienza, a cargo de la instrucción del hecho que el próximo año cumplirá 10 años de ocurrido, fue categórico al informar que “no hay ninguna novedad, absolutamente nada”.
Pudo saberse que el rastrillaje fue intenso y sumamente agotador, toda vez que se desarrolló durante dos jornadas (la del jueves y la de ayer) donde la temperatura alcanzó elevados registros al mismo tiempo que el viento intenso reinó en la zona.
Lo cierto es que, pese a las características del área inspeccionada por decenas de efectivos de distintos cuadros policiales, bomberos y peritos, en un inusual despliegue sobre un predio de 700 metros de extensión y 200 de ancho, situado a unos ocho kilómetros al oeste del cuadro urbano de Tío Pujio.
Fin del rastrillaje
El fiscal Atienza concurrió una vez más, durante la jornada de ayer, al lugar donde se llevó a cabo el operativo y, a su regreso, calificó como “dificilísimo” poder acceder y recorrer el lote.
Por otro lado, Atienza apuntó que “las órdenes de la jueza (que ordenó el rastrillaje) son hasta el final del día” (por ayer), al tiempo que señaló que las tareas de policías y bomberos no tendrá continuidad durante las próximas jornadas.