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7 de Diciembre de 2014
Actividad paranormal en la Villa
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Desde el año 2009 y hasta estos días, no han parado de registrarse “sucesos extraños” en la ciudad y su hermana, Villa Nueva. Inexplicables marcas en los campos de trigo, avistamientos de objetos no identificados, ritos macabros en el cementerio, exorcismos, una hamaca que se mueve sola o la imagen de Cristo en las manchas de una pared. Si a esto se le suma el crecimiento exponencial de adivinos en los clasificados, se hace inevitable hablar de “expedientes X” a orillas del Ctalamochita.

 
No es casualidad que “en la ciudad con mayor transformación del país” (para citar un conocido eslogan político de estos tiempos) se hayan registrado fenómenos que van de lo extraordinario a lo macabro, coincidiendo precisamente con el “progreso” de los últimos años. Y a este respecto, podríamos enunciar una ley que dice que "todo desarrollo material de una sociedad trae aparejado un inevitable crecimiento en la superstición". No se trata de un invento de este modesto cronista sino la tranquila comprobación de la historia. Pero mejor veamos algunos ejemplos. 
En el pujante escenario de los Estados Unidos de 1830 y cuando el país empezaba a fraguar en el culto al trabajo y la acumulación de capital, hace su aparición (como un raro cuervo en un campo de laboriosos horneros) la figura de Edgar Allan Poe. Y con él hacen su entrada estelar a las letras norteamericanas los miedos ancestrales de la especie humana. En el “universo Poe”, el terror a ser enterrado vivo es mucho más poderoso que el dólar y la tristeza por la muerte de la amada infinitamente más desoladora que las pérdidas de Wall Street. En la Inglaterra de la Revolución Industrial y cuando el país sólo hablaba de la máquina a vapor, se publica “Drácula” de Bram Stoker. De este modo, la brumosa Edad Media dice “presente” en un país de modernos empresarios ateos, trayendo consigo el viejo culto de la sangre y los ritos paganos del ajo, la rosa y la estaca. En la luminosa París del Siglo XIX mientras las damas de la nobleza eran cortejadas en los Campos Elíseos por una juventud dorada de pañuelos perfumados, aparecerá la poesía oscura y desdichada de Charles Baudelaire, los cuentos macabros de Maupassant, las novelas negras de Zola. En la Buenos Aires positivista de los años 40 y cuando Argentina vivía su mayor período de bonanza económica, hacen eclosión los cuentos fantásticos de Borges, las extrañas novelas de Bioy, los estremecedores relatos de Horacio Quiroga. 
Y bien, lejos de intentar una comparación absurda entre Villa María o Buenos Aires (o París o Londres o Nueva York) lo que trato es de aproximarme a fenómenos sociales parecidos; esos que, partiendo de la “transformación”, conllevan un inevitable contrapunto esotérico; esa voz que sigue susurrando por lo bajo que, amém del progreso, “hay otras cosas”.
Hete aquí un repaso por los hechos más relevantes del último año.
 
Cronología de sucesos extraordinarios en las dos Villas
El domingo 14 de setiembre y bajo el título “Cementerio de Villa Nueva, la arquitectura del más allá”; escribí una nota que pretendía ser una recorrida histórica por el camposanto más antiguo de la zona. Pude entrevistar a don Miguel Angel Ramos, el sepulturero con más años de servicio. Y fue casi al final del reportaje cuando a mi pregunta de “si nunca vio cosas raras en su trabajo” me comentó que, “efectivamente sí, porque acá hay mucha brujería. Hace cosa de 15 días había una gallina destripada que andaba caminando. Tiempo atrás, mi señora vio un pollo blanco lleno de cintas. Dos por tres se encuentran velas, sapos con la boca cocida, animales muertos… Son cosas de maldad que hace la gente…”. Setenta días después, es decir el domingo 23 de noviembre en una excelente nota que El Diario realizó en el mismo camposanto, los empleados del “San José” Luis Ventura, Hernán Minué y Walter Barrios confirmaban lo relatado por Ramos. En “Brujerías y ritos umbanda, una constante en el cementerio”, Ventura comentaba que “es muy fácil darse cuenta quien viene a traer una flor y quien viene a buscar tierra del cementerio”. Y agregó que “los curanderos vienen los martes y jueves. Por lo que hemos escuchado, son algo así como los días satánicos. Encontramos de todo, sapos y palomas muertas. Abrimos el sapo que tiene la boca cocida, y salen las fotitos de la persona”. También confesaron haber encontrado la cabeza de un chivo atada a la puerta principal o figuras satánicas entre los panteones.
En otra muy buena nota aparecida en este medio el domingo 27 de abril bajo el título “¿Hubo exorcismos en los últimos tiempos?”, el periodista Diego Bengoa entrevistaba al sacerdote Gustavo Romero, de la capilla Nuestra Señora de Lourdes, a raíz de la supuesta aparición de un fantasma en un supermercado. A la pregunta obligada acerca de la existencia de dichas entidades, el párroco admitió que estos hechos “pueden ser ciertos”; mientras que otro sacerdote de la Diócesis confesó que “los exorcismos existen en la actualidad. No son hechos comunes y, cuando ocurren, no toman trascendencia porque, a diferencia de otras épocas, hoy la gente tiene vergüenza de comentarlos y se los oculta”; en una frase que confirma el mencionado contrapunto de las creencias respecto a lo fáctico; la voz de la superstición cantando por lo bajo cuando el progreso grita su estruendosa canción.
El jueves 23 de octubre en “Misteriosas marcas sobre el trigo en un campo de la zona”, El Diario informaba acerca de lo ocurrido en las afueras de Villa María en los sembrados de la familia de Susana Montero, una conocida conductora radial. “Tenemos trigo de un metro de alto muy sano. Pero en la madrugada del sábado ocurrió esto a lo que no le encontramos explicación. Mi hijo nos llamó asombrado. No hay huellas de que algo hubiese llegado por tierra hasta allí. Las marcas son de diferentes tamaños, en forma de triángulos y de círculos. Esa madrugada no hubo ruido. El sereno observó luces en la noche del viernes, pero luego no hubo nada extraño. El señor que fumiga ha dicho que no ha visto nada parecido”. Luego precisó que la familia tiene una perra weimaraner “que es muy guardiana pero esta vez no ladró porque no se dio cuenta. Es como si algo de patas grandes se hubiese asentado. Tampoco hay trigo quemado. No quedó olor y no tiene radioactividad”.
Este curioso suceso tuvo su correlato inmediato seis días después, cuando el miércoles 29 este matutino publicaba la nota “Una extraña luz en el cielo llamó la atención de un vecino”. En ella, Mariano Zazzetti había registrado imágenes del misterioso objeto con una cámara digital. “Nunca creí en los ovnis, pero a partir de ahora tengo otra idea”, sostuvo el hombre que vive con su mujer en las cercanías del Parque Pereira y Domínguez. Si a esto se le suma la aparición de un inexplicable círculo de 25 metros de diámetro en un campo de sorgo de Las Perdices el 6 de abril de 2012 (ver este matutino) se tendrá una interesante trilogía para el estudio de los ufólogos. En aquella oportunidad, la dueña del campo la señora Marta Tosi, había manifestado que “fue como si algo se hubiera posado planchando las plantas sin quebrar una sola”.
Amén de estas experiencias recientes, debo confesar que hubo dos hechos más antiguos que llamaron poderosamente mi atención. El primero fue la historia de una hamaca que, en el año 2009, se movía sola en barrio Las Playas. El segundo, las manchas que en 2011 "formaban el rostro de Jesús" en una pared villanovense. Ambos hechos tuvieron como protagonistas a dos jóvenes villanovenses, los que pude contactar gracias al escritor Luis Luján, a quien agradezco profundamente desde estas páginas. Hete aquí las entrevistas.
 
Débora o el rostro de Jesús como razón para vivir
Al fondo de la pedregosa calle Córdoba y cuando ésta se convierte en José Hernández en el barrio “La Medalla Milagrosa”, hay una vivienda con el número 191. Para los vecinos del barrio y para una buena parte de los cristianos devotos de las dos Villas no es una casa más. Porque allí, una mañana de agosto de 2011, apareció el rostro de Jesús en las manchas de humedad de la pared. Y al decir de los propietarios de la casa “sigue intacto”.
Golpeo la puerta y me recibe María López, la mamá de Débora Camacho. Me dice que su hija ya viene y mientras tanto me cuenta sobre “la bendición” que significó esa pared en la casa. Cuando hace su entrada Débora, lo que veo es una chica de unos 27 años con una remera rockera y una sonrisa de una franqueza absoluta. Le pregunto cómo fue aquella historia y la chica me lo cuenta todo.
“Por ese entonces yo estaba pasando por una situación muy mala. Estaba sin trabajo y mal con mi familia. Me sentía muy sola en el mundo  -y entonces fue que me concedí un plazo- Recé y le dije a Dios: dame una prueba de que existís o en tres días me mato. Estaba decidida a eso. Hasta que a la tercera noche de mi decisión, sentí que alguien se acostaba al lado mío. Sentía los pies al lado de los míos y que la sábana se movía. Cuando desperté al tercer día, vi a Cristo en la pared de mi pieza”.
-¿Cómo fue?
-Esa mañana vino mi hermana y le dije "¡Vení a ver, hermana! ¡Es la cara de Cristo". Y apenas entró la vio y me dijo que era increíble. Pero mi cuñado que estaba con ella no vio nada. Entonces llamé a mi vecina y ella también lo vio, pero en chiquito. Mis viejos lo vieron también y entonces llamamos al padre Sergio Peralta. El nos dijo que era una bendición para la casa pero sobre todo para mí. 
Según comenta Débora y su mamá, desde ese día la casa se tornó sitio de peregrinación. "Yo dejé pasar a todo el mundo y nunca acepté plata. Muchos están acostumbrados a dejar un diezmo en la iglesia y por eso me ofrecían. Pero yo les decía que en todo caso dejaran un paquete de velas. Te confieso que si bien soy católica, a los curas los veo como hombres más, gente del mundo material. Y muchos de ellos me dijeron que vemos lo que queremos ver. No te van a apoyar nunca con esto porque no les das un rédito económico. A partir de entonces, mucha gente me buscaba para hablar, para contarme sus problemas. Yo en ese tiempo no estaba preparada para eso. Una mujer vino y me dijo: tocáme mientras yo toco la imagen, porque tenía cancer. No pude negarme, pero le dije yo no te voy a curar, si te curás va a ser por Dios. Pero mucha gente que tocó la imagen dijo que se curó de problemas gravísimos”.
-¿Y cómo fue tu vida tras esa aparición?
-Desde entonces tengo una gran paz interior y siento que no estoy sola. He aprendido a manejar situaciones que antes no manejaba. Conseguí trabajo cuidando la hija de mi hermana y también durmiendo con una "nonita". Antes cuando estaba mal, me decían que Dios estaba al lado mío, pero hoy siento que está un paso adelante y que no me da la espalda. ¿Querés ver la imagen?
Le digo a Débora que me encantaría, que entre otras cosas para eso vine. Entonces la chica me hace pasar a su reino encantado. “Buscala vos”, me dice. Y este obrero de la información debe confesar que no vio nada hasta que, con la ayuda de la chica que me señaló la pared y me dijo “acá están los ojos, acá está la boca”, pude armar muy lentamente algo parecido a un rostro, pero que en modo alguno me daba los rasgos de Jesús. Luego me dije que acaso Débora tenga razón y que el rostro que ella vio sea el verdadero. Y es que todos los Cristos del mundo fueron dibujados o esculpidos por artistas que jamás lo vieron   (por si esto fuera poco, en los evangelios no hay una sola descripción física de Cristo). Como la situación me pone un poco incómodo (acaso porque soy ciego o, peor aún, porque no soy digno del rostro del Hijo de Dios) le pido a Débora una foto. Le saco con el fondo de su pared bendita. Y al finalizar, ella me pide algo: “Si vas a sacar la nota en El Diario, invitá a la gente a que venga, que esta casa está abierta. Dale el teléfono de mi casa (0353 - 154784804) porque Jesús es para todos”.
 
Agustín o un repentino camarógrafo de fantasmas
Agustín Godoy tiene 22 años pero fue a los 17 que su vida cambiaría para siempre. Al menos en lo que atañe a la percepción sensorial y extrasensorial de los fenómenos que ocurren, experimentando algo que lo ha llevado a creer que, efectivamente, “hay algo más que los hechos físicos”. Y es que una lejana tarde de invierno de 2009, este muchacho se convirtió en el primer humano en filmar la misteriosa hamaca de barrio Las Playas que se mueve sola. Tras mostrarme aquella legendaria grabación en un celular de alta gama, este periodista se ha quedado con la boca abierta. Y es que, durante casi cinco minutos, aquella hamaca no dejaba de moverse como si, efectivamente, alguien invisible se columpiara en ella, mientras sus compañeras de juego estaban casi inmóviles. Lo curioso de la “hamaca fantasma” eran sus movimientos de aceleración caprichosa, que la hacía alcanzar alturas de vértigo para luego volver a una suerte de “velocidad crucero”. Una vez terminado el video en un inexplicable tono violáceo, el muchacho me relata la historia.
“Yo había escuchado por la radio que en barrio Las Playas había una hamaca se movía sola, pero no le di importancia. Hasta que unos meses después íbamos en auto con mi papá, por unos trámites, por barrio Las Playas. Y cuando pasamos por la plaza de la calle Arturo M. Bas le dije Pa, acá es donde dicen que una hamaca se mueve. Dimos una vuelta despacio hasta que efectivamente la vi y le dije ¡Ahí está la hamaca! ¡Y se está moviendo! Pero él no me creyó hasta que la vio. Así que nos bajamos y yo empecé a filmar con el celular. Dábamos vueltas alrededor y no dejaba de moverse. Hablale, me decía mi viejo, y yo estuve a punto de hacerlo. Pero cuando me acerqué, pasó algo rarísimo: cambió el color de la pantalla. Pasó a un color sepia y después a un color violeta. Al fenómeno no me lo puedo explicar de ninguna forma, ni lo del color de la cámara ni del movimiento. Algunos decían que el viento daba más en esa hamaca que en las otras, pero después las cambiaron de lugar y esa era la única que se seguía moviendo sola. Hasta que la sacaron porque mucha gente empezó a tener miedo. En el barrio dicen que un nenito que siempre jugaba ahí fue atropellado por un camión, y su fantasma vuelve a su hamaca. A la imagen la subí a mi Facebook y todos se quedaron sorprendidos.
Aparentemente soy el único que la filmó”.
Si tuviera que arrojar una conclusión a esta nota, sería la letra de una vieja canción de Charly García: “Están pasando demasiadas cosas raras para que todo pueda seguir tan normal”. La pregunta es, ¿puede seguir siendo "todo tan normal" cuando hay tantos indicios de una “actividad paranormal”? Si algún especialista en estos fenómenos leyera esta nota, le pido (como Débora) que se comunique conmigo a través de este medio. Tal vez una mirada autorizada podrá arrojar una luz diferente en un reportaje. Lo cierto es que “las puertas de la percepción” se han abierto en estas dos ciudades del Ctalamuchita como la del progreso material; sólo que esta última no ejerce ninguna fascinación porque su luz no viene a nosotros desde otro reino.
Iván Wielikosielek

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