Conociendo a Eduardo Cabral y a su familia, sin temor a equivocarnos, podríamos decir que lo mejor que propone el rugby en cuanto a valores está impreso en ellos tan profundamente que cada paso dado genera repercusiones y efectos.
Días atrás, la International Rugby Board (IRB), entidad que nuclea toda la actividad rugbística a nivel mundial, manifestó su interés por la labor de los villamarienses que desde 1990 se radicaron en la localidad de Beer Sheva, al sur de Israel.
A través de un artículo que lleva como título “el poder del rugby rompe fronteras”, se traducen los esfuerzos de los Cabral para sumar al mundo de la ovalada no sólo a los israelíes sino también a la población beduina y a los habitantes de Palestina.
En épocas de lamentable e intensa conflictividad, las acciones de Eduardo y sus hijos Ariel y Pablo (acompañados por sus demás familiares), se erigen como una luz de esperanza para volver al entendimiento y a la paz en ese sector del planeta.
Pero para comprender el presente es necesario remontarnos al pasado cercano cuando Eduardo, Ariel y Pablo le dieron impulso vital al club que fundaron y denominaron Camellos Beer Sheva RFC.
A pesar de las tensiones regionales, el equipo de los villamarienses se nutrió con presencias multiétnicas. Así fue que beduinos árabes e israelíes, con la misma camiseta puesta, además de correr tras la ovalada empezaron a cultivarse en la mística de fraternales terceros tiempos y la particular unión que suele darse entre rugbiers.
Sumándose a los locales, jugadores de otros lugares del mundo (Rusia, Rumania, Argentina) también llegaron para transformar a los “camellos” en un formidable combinado de voluntades, todas puestas en función del deporte y trascendiendo las diferencias culturales, geográficas, políticas y religiosas.
"Siempre he tenido la convicción de que el rugby puede cruzar las fronteras. Tengo muchos amigos árabes. Mi amigo, Moneer, fue el primer israelí-árabe en nuestro equipo, un beduino. También fue el primer jugador beduino en jugar para un equipo nacional israelí. Eso me inspiró mucho", manifestó Ariel Cabral en el reportaje concedido a la IRB.
Mientras una cosa fue llevando a otra, el marco de respeto hacia otras nacionalidades permitió que en 2006 surgiera el torneo “Cross borders” (Cruzando fronteras).
"Todo empezó como una apuesta. Yo había estado hablando con un amigo acerca de cómo nunca habíamos tenido alguna interacción con los equipos de los países árabes, así que pensé ¿por qué no tratar de hacer un poco de historia con nuestro amor por el rugby?”, manifestó Ariel.
"Envié un montón de cartas a todo el mundo pensaba que podría ayudar a que esto suceda, pero no estaba seguro de si las personas estarían de acuerdo en ayudar. Entonces, El Cairo RFC me respondió. Yo estaba totalmente en shock, pero el evento ocurrió en Beer Sheva. Hicimos historia con ese primer torneo en donde equipos israelíes y árabes participaron. Fue realmente genial, me sentí muy orgulloso de eso ", sostuvo el joven que hasta sus 13 años de edad vivió en Villa María.
“La organización por nuestra parte de dos torneos, sin participación política y sólo ayuda de las municipalidades de Beer Sheva, la Embajada de Francia y enclaves beduinos como Jura y Seguev Shalon (donde se jugó uno de los torneos), tuvo gran repercusión en los medios de Israel ya que por primera vez se producía un hecho deportivo donde participaban delegaciones de clubes árabes”, rememoró Eduardo en diálogo con EL DIARIO.
Esperanzas renovadas
“Lamentablemente, los campeonatos en Israel no se pudieron continuar por la desaparición del estadio de la Universidad de Beer Sheva y otros acontecimientos”, expresó el líder de la familia Cabral.
De todos modos, en octubre de 2010, Hungría tomó la posta y con el auspicio de la Unión Europea de Rugby, propuso el torneo que se jugó en Budapest, “esta vez con la presencia de equipos europeos, nosotros Beer Sheva y Beit Jala, un equipo de palestinos de la zona de Belem”, indicó el consultado por este matutino.
“Ahora la IRB quiere renovar esta experiencia y nos ha propuesto que tratemos de desarrollar el programa y ha prometido la presencia de un delegado que llegará el próximo año”, aseguró el reporteado.
“Es una emoción enorme sentir que el esfuerzo tiene eco a instancias mayores”, reflexionó el exjugador del Jockey de Villa María.
“La situación en estos momentos no son las más propicias, pero la esperanza y la fe en nuestro juego hace que renovemos nuestros esfuerzos, voluntades que estamos seguros se verán recompensadas”, concluyó.
"Quiero hacer una y otra vez y otra vez para mostrar a la gente cosas asombrosas que pueden suceder a través de jugar al rugby. Queremos seguir cruzando fronteras con el rugby. Queremos mostrar al mundo que realmente en nuestros corazones no tenemos fronteras. Creo que nuestro deporte puede hacer milagros", cierra por su parte Ariel resumiendo un sentir que acompañamos.