Unas cinco familias aborígenes de una comunidad que vive en el monte chaqueño, en cercanías a Villa Bermejito, se organizaron en cooperativa a instancias de Jorge Bustos, un pastor evangélico de esta ciudad que hace tres años inició esa cruzada solidaria en esa provincia.
“El miércoles salimos con un camión en el que llevamos lo que nos dieron para nuestros hermanos chaqueños. Nos faltan medicamentos, pañales y alimentos no perecederos”, dijo Bustos, el hombre que impulsado por su fe cristiana buscó llevar un mensaje de esperanza al monte chaqueño.
“Es el último viaje que hacemos con mercadería”, dijo. “Aspiramos a que de aquí en más, con los ingresos que generen los ladrillos, la comunidad pueda conseguir con su esfuerzo y trabajo lo que necesitan para vivir”, dijo.
Desde el comienzo de su cruzada solidaria supo que no quería ayudar sólo materialmente, sino sembrar dignidad y colaborar para mejorar la calidad de vida.
Así fue que en los 14 viajes realizados logró construir un pozo para que la comunidad de Palo Santo extraiga agua, que si bien no es potable sirve para la higiene y el riego.
Conformó un grupo con 40 jóvenes en Villa Bermejito “sometidos a adicciones y que encuentran en la fe una salida”, explicó.
Colaboró para la conformación de la cooperativa de trabajo denominada “Amor por el prójimo”. “Allá hay pequeños hornos y la gente va y le cambia comida por ladrillos. Queremos hacer valer la producción, cobrarla a un precio justo y por eso, en este viaje, realizaremos un horno para 40 mil ladrillos, que sea importante”, informó Bustos.
Decirlo, es fácil. Ver la labor del pastor es otra historia.
El es albañil y su esposa es costurera y empleada doméstica. Padecen las necesidades de cualquier familia trabajadora, pero pese a eso decidieron dedicar tiempo y esfuerzo para ayudar a esa comunidad chaqueña.
El viaje no está exento de dificultades. La tarea no es sólo pastoral, sino que el propio Bustos, herramientas en mano, ayuda a preparar el terreno para los hornos, levanta las paredes del templo y asiste a cada habitante del sector.
“Nuestra misión tiene tres patas: la primera, la espiritual, sin la cual sería imposible todo proyecto. La segunda es fortalecer la cultura del trabajo y la tercera, consolidar a las comunidades para que puedan ser autosustentables”, destacó.
Agradeció el apoyo de vecinos que llevan “desde medio kilo de azúcar” a gente que hace donaciones como la que ofreció Aldo Montagner, que le permitirá en este viaje techar el templo, o Darío Ramonda que donó el combustible para el traslado y Adrián López, harina para llevar al Chaco.