Se aquel fatídico -y de aprendizaje- primer semestre a este festejado y merecido pasaje a la final, Colón transitó por todas las sensaciones en una temporada que, otra vez, lo tiene en el umbral de otra posibilidad de obtener un título en el ámbito local.

En el marco de un partido difícil y de trámite cambiante, Colón venció con un ajustado 2 a 1 de local a un Deportivo Argentino que supo caer de pie, dejando hasta el último aliento, en lo que fue un duelo de semifinales de clubes más ganadores en los últimos años.

La certeza de Lucas Morre en la ejecución de los dos penales que cobró el referí José Díaz (el primero fue claro, el segundo es cuestionable) en el cierre del primer tiempo, le permitió al “Rojinegro” encontrar una ventaja en el marcador que supo gestar con méritos en ese primer período y que sostuvo -con la firmeza defensiva que lo caracteriza- en el complemento, aunque desaprovechó chances nítidas para ampliar el resultado.

Enfrente, el “Lobo” supo responder rápidamente al primer gol en contra, pero ya tras el 1-2 no encontró herramientas futbolísticas para emparejar la serie; sin claridad para penetrar al rival, prácticamente no puso en grandes sobresaltos a Tisera, a excepción de envíos aéreos bien solventados por la defensa rival.

Dentro de un cotejo que se jugó con mucho ímpetu e intensidad en todo momento, el local capitalizó el control mediante un mejor trabajo en zona media, explotó las virtudes de José Navarro y supo usufructuar algunas desinteligencias que mostró el fondo rival en ese inicio.

Diego Marín -que jugó bien de punta- tuvo su primera chance apenas iniciado el partido aunque su tiro cruzado dio en el palo derecho y cruzó toda la línea; luego, tras uno de los tantos centros que se vieron en el partido, Piovano le “sacó del buche” el gol a Luppo y Le Roux. Más allá de ese dominio del “Rojinegro”, la visita, con mayor participación de Díaz y el crecimiento del juvenil Jonathan Rosales y Franco Ñáñez, emparejó el juego, aunque el local siempre resultó más práctico para provocar peligro.

Fue así que Marín cabeceó desviado a los 30’, un minuto después Morre casi marcó con tiro de afuera del área y, sobre los 39’, llegó el primer penal; el máximo goleador del fútbol local recibió sobre el costado derecho de la defensa rival y, cara a cara con Negro, sacó a relucir su sapiencia y generó el penal del defensor rival (quien, dentro del área, pecó, se arrojó al suelo para interceptar la pelota y terminó derribando al atacante). En la ejecución Morre no falló y puso el 1 a 0 para el anfitrión a los 40 minutos.

No obstante, rápidamente llegó la respuesta de la visita; dos minutos más tarde, un tiro libre del “Lana” Díaz impactó en la barrera y, en el rebote, el propio ejecutor -sin presión de un rival- abrió al sector izquierdo para Márquez, éste envió el centro y, ayudado por un roce, la pelota terminó inquietando a Tisera, quien atajó con lo justo, la pelota dio en el palo y allí apareció Piovano para anotar el 1 a 1.

Pero, dicho emotivo cierre del primer período, todavía tenía una acción más para el local; es que, luego de otro envío cruzado hasta el fondo del área la pelota le quedó a Morre y, en acción dividida, terminó siendo impactado por el arquero que se elevó para adelante en su afán de tapar el remate del rival; el referí José Díaz -en ambos cobros de los penales estuvo bien ubicado- vio otro penal y el propio Morre anotó el 2 a 1 con un tiro similar el primer penal (esta vez Maggi buscó al otro palo).

De allí al complemento que, ante la urgencia de uno y la postura de otro, transitó dentro de la emotividad típica de partidos definitorios; mucho de ello tuvo que ver la escasa efectividad del “Rojinegro” para ampliar el resultado y que Argentino, arriesgando por las urgencias, buscó en todo momento más allá de que le costó en demasía lastimar en los últimos metros.

Colón, vale resaltar, sufrió más de la cuenta porque Marín malogró dos increíbles chances (a los 3’ buscó asistir al medio cuando la acción pedía definición tras quedar cara a cara con Maggi y, a los 17’, tiró extrañamente elevado pese a tener todo el arco a su disposición luego de un “jugadón” de Morre -eludió hasta a Maggi-).

Argentino (con uno menos en la parte final por expulsión de Busso por exceso verbal) intentó mucho con pelota parada apelando a la pegada de Díaz ante la imposibilidad de generar grietas con juego asociado, pero sólo tuvo como chance importante un tiro apenas desviado de Jonathan Rosales o, ya en tiempo adicional, un cabezazo elevado del ingresado Martín Ferreyra.

Igualmente, el 2-1 no varió y con el silbatazo final del árbitro cordobés llegó el grito de alegría del mundo “Rojinegro”, que nuevamente tendrá la posibilidad de jugar una final, tomándose una especie de “revancha” a lo que sucedió meses atrás. 

Pero, principalmente, a las posibilidades hay que provocarlas, y eso hizo Colón en este campeonato, ya que se reforzó con jerarquía en los lugares específicos, se fortaleció a nivel individual y grupal, y por ello hoy disfruta de las mieles del éxito, aunque todavía falta el “partido” definitorio frente al actual campeón, Alumni.

La figura