El mes de diciembre se convierte, año tras año, en un verdadero escenario de fiestas y exhibiciones artísticas en las que se ponen a prueba el ingenio y la creatividad de docentes y alumnos, los verdaderos protagonistas.
La fundación El Principito, centro educativo y terapéutico, como broche de oro del ciclo lectivo sorprendió con un espectáculo deslumbrante, de alto nivel artístico, concebido con la intención de demostrar la capacidad de los “no capaces”, donde ellos hicieron gala de lo que se logra cuando prevalece la alegría.
Y esta palabra, “alegría”, fue el eje que hizo girar estrellas luminosas, aromas y sonrisas flotando en el aire, fosforescencias en el agua y alegría en cada uno de los corazones.
Fue una noche de magia y de sueños. El predio de la Sociedad Rural se convirtió en un cuento de Las mil y una noches, donde deseábamos que Sherezade prolongara sus encantamientos. Nosotros, los espectadores, estábamos viviendo una atmósfera de fantasía y ellos, los chicos, más allá de nuestras realidades, estaban viviendo la pureza y la inocencia de sus propios paraísos. Y nosotros, los padres, otra vez, viviendo la felicidad de que fueran ellos nuestros hijos.
Nos preguntábamos “¿qué poder le infunden sus docentes para darles la fuerza que a veces nosotros no tenemos?”, “¿qué poder, para poner tanto brillo en sus ojos, para llenarlos de fantasías?” y “¿cómo hacen para convertirlos en protagonistas de una noche de duendes, para provocar en nosotros tan profundas emociones?”.
Felicitamos y agradecemos a la presidenta de la fundación El Principito, licenciada Claudia Fraire, y a su equipo de docentes, especialistas, colaboradores, y queremos dales a todos otro voto de confianza y de admiración por la entrega diaria, por la consagración a una misión como ésta, que ilumina los espacios oscuros del mundo.
Madres de alumnas de El Principito