Escribe José Luis Martino

 

Tan repetido su apodo en los últimos tiempos que estamos familiarizados con él. Desde su explosiva aparición en el karting cuando los circuitos de tierra lo miraban pasar, hasta este presente cargado de gloria. Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Recuerdo que alguna vez intercambié palabras después de un nocturno de karting en Tancacha. Pasaron suficientes años y volví a hablar con él cuando se animó a manejar el auto “0” en un rally de Río Tercero mientras todavía permanecía en Europa esperando su turno. Contó del sacrificio, de los afectos, de las ilusiones y qué quieren que les diga, en aquel momento me pareció un alegato repetido y en común con los varios atrevidos que buscaron crecer en el automovilismo deportivo en el viejo continente y se debilitaron en el intento. Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Un regreso memorable de Europa a pesar de no poder llegar a la Fórmula Uno y la permanencia en nuestro país para replantearse muchas cosas, entre ellas, su continuidad en los deportes mecánicos. Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Una increíble determinación por lo vertiginosa convenció al piloto a desembarcar en el automovilismo argentino donde se destacó por sobre los considerados notables del momento hasta incluso, cambiando la esencia misma del piloto argentino. Todo un referente, cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Auto que manejó, auto al que le hizo recuperar la efectividad perdida por desactualizado y rancio. Una Ferrari GT, Un BMW de Turismo, para él no hubo jamás un obstáculo y allí apuntó sus objetivos para destrabar cualquier contrariedad y conseguir el mejor resultado posible. Talento puro que le dicen y a pesar de unas cuantas palmadas en la espalda, no pasaba más allá de un apoyo moral que en la competición internacional de poco vale. Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Se proclamó hace pocos días campeón mundial, que después de Fangio no supimos festejar, ganó carreras increíbles, en lugares reservados sólo para elegidos, sorprendió a sus laureados compañeros de equipo desatando una enorme sorpresa y una mayor preocupación por su invulnerabilidad. Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo...

Y llegó el día del gran festejo, en su tierra natal, junto a los afectos de la familia y de los amigos. Hablaron sus emocionados padres destacando el orgullo que genera tener un hijo como “Pechito”, lo hicieron sus hermanos con palabras humedecidas por el llanto conmovido, se animaron los amigos de la infancia y los que se sumaron después. Todos tuvieron la necesidad de expresar un sentimiento que se delataba genuino y que el mismo “Pechito” se encargó de cimentar.

Cuándo no “Pechito” y yo sin conocerlo…, hasta que habló y allí comencé a interpretarlo. 

Destacó en su discurso el inmejorable momento por el que atraviesa, quizás el dominante en su carrera deportiva, se lo vio feliz, alegre y exultante. No titubeó jamás en su reflexión para hablar de los logros conquistados pero hubo un momento de quiebre que no aparece en ningún manual de oratoria. Naturalmente comenzó a recordar todos sus momentos, la infancia, la adolescencia, la juventud y para cada paso de su vida había nombres propios emparentados con su formación que al nombrarlos, fragmentaban su voz forzando a abarrotar sus ojos de lágrimas. Quizás en el repaso por su rica historia deportiva se olvidó o pasó por alto muchos éxitos pero que a la hora de reconocer su vida misma, con el alma llena, no omitió nada ni nadie, dejando una clara evidencia de lo verdaderamente sustancial para él.

“Pechito”, un excelente piloto, José María López un ser humano excepcional. Ahora creo conocerlo.