Cuando al viajero le dicen Corrientes, piensa en los Esteros del Iberá, en Teresa Parodi y en Curuzú Cuatiá, término que desde chico asoció a un maligno ser mitológico con cara del Muñeco Gallardo, hasta que vio el mapa y se enteró que era una ciudad. Despistado el hombre, porque en el inventario olvidó incluir al chamamé. Expresión musical que hace de emblema de la provincia y despierta pasiones en todo el Litoral y zonas aledañas. Esto es: Chaco, Misiones, Entre Ríos, Santa Fe y Formosa, distrito al que siempre se deja para el último ya que además de mala gente, somos súper ignorantes “¿Cuál es la capital de Formosa, Robertito?”, pregunta la maestra. “Ni idea, pero la de Georgia es Atlanta señorita”, responde el niño, muy lacayo del imperialismo él.
Aunque su versión actual es un híbrido de influencias, el chamamé encuentra sus orígenes en la etnia guaraní. De los indígenas tomó el nombre, el espíritu y el tereré, unos mates evidentemente hechos con muy poco cariño, porque están helados y tienen un gusto como a limón. Eso fue allá por el Siglo XVII, épocas bien distintas a las actuales, en la que no existía la electricidad para amplificar el poder de los instrumentos ni vicepresidentes con 57 causas penales para arruinarnos la cena.
Sin embargo, el tiempo fue modificando notablemente las características del género. Así, a las bases originales se les añadieron los influjos de los jesuitas españoles y naturalmente de los criollos argentinos, buenos para el acordeón y el bandoneón, y también para meterle somníferos al bidón de agua del rival.
En el final, y un poco por el anhelo de ayudar a la promoción del folclore mesopotámico, decir que entre sus referentes más conocidos en la actualidad figuran el mítico Antonio Tarragó Ross, el Chango Spasiuk y el grupo Amboé, por ejemplo. Este último, de hecho, se hizo famoso con el hit que dice: “Tomate una dosis de chamamé, una sobredosis de chamamé, probá que Corrientes tiene palle, vení divertite con Amboé”, en un arranque de inspiración poética que no le nace ni a Rubén Darío.