Cumplimos otro ciclo, terminamos otro año y vivimos a pura pasión otra etapa de fútbol infantil, llena de goles, de festejos, de sol y de lluvia, de frío y calor.
Otro año de inocentes sonrisas que cubrieron todas las canchas y de llantos de niños que perdieron un título y que por nada del mundo debemos llamar frustración.
El chico debe jugar, no sufrir. Debe disfrutar, pierda o gane, porque para eso se ha hecho el fútbol de los más pequeños.
Y como cada ciclo que termina, hay reflexiones, consejos, críticas y cuestionamientos.
En lo que a SEMILLERO se refiere, las críticas y los cuestionamientos siempre fueron y serán constructivas. Las reflexiones y los consejos siempre apuntaron y apuntarán a mejorar la actividad, que tratándose de niños es por demás delicada y pensante.
Hoy, en esta parcial despedida y en este paréntesis que abrimos, queremos bregar sin condicionamientos, al respeto total del reglamento que rige el juego del fútbol en el baby, para que no se cambien las reglas sin antes pensar el daño que se puede producir en el niño que juega.
Por ejemplo, el penal es de máximo protagonismo tanto para el ejecutor que para el arquero. Ambos quieren ser protagonistas de tan especial momento. Suprimir esa instancia tan crucial en el fútbol es como cortarle las alas a un pájaro.
Es por eso que por esta cuestión y muchas otras llamamos a la cordura y la reflexión de las voces que se han alzado para que se quiten próximamente los penales, como también el disparo directo desde la mitad de la cancha tras un saque de centro.
Estas son cosas que quieren los chicos de todos los equipos y de los dos bandos. Es indudable, claro y contundente. ¿Por qué, entonces, sacarle la potestad de la libertad a los verdaderos protagonistas?
Respetando el origen del fútbol significó, significa y significará ver chicos felices, como aquellos que quieren recibir el trofeo a su tarea de todo un año en la misma cancha y no después en una fiesta o acontecimiento nocturno.
Son detalles que hay que cuidar, ya sea por parte de los dirigentes, de los padres y de todos quienes conviven dentro de la familia del baby.
Todos los años, en el momento de la despedida, bregamos para que el chico juegue moderadamente, como debe ser, y que tenga tiempo para otros esparcimientos y, fundamentalmente, para el estudio. Porque hacerlo jugar tres veces por semana es desgastarlo y alejarlo del fútbol. Ejemplos sobran.
Debemos cuidar que los chicos respeten al club con el que asumieron el compromiso de vestir su camiseta y no cambiar a las dos o tres semanas y en esto, indudablemente, tienen que ver los padres.
Son cosas que elevamos a la consideración de todos, absolutamente como planteamientos constructivos.
Es simplemente para tener un fútbol sin trampas.
No todas son críticas, no todos son cuestionamientos. También son deseos. Deseos de prosperidad y felicidad a todo el mundo del fútbol infantil en estas fiestas.
A los chicos, sustento de nuestro trabajo, a los padres, a los dirigentes, a los colegas y a nuestros anunciantes que nos siguen acompañando, muchas felicidades. Sinceramente…
SEMILLERO
