"Todos vivimos tratando de encontrarle sentido a la vida, todos somos eternos buscadores de la felicidad y con los años nos damos cuenta de que lo que más nos hace felices es hacer felices a los demás. Y cuando uno llega a esta conclusión, está por encima de los desafíos, las cosas que le disgustan, las agresiones, las mentiras y tantas cosas que duelen y que recibimos a diario”.

José Manuel de la Sota

 

Escribe: NET

DE NUESTRA REDACCION

 

Noche de paz, noche de amor. La previa navideña fue una semana de cocina gallega. El plato principal lo preparó con mucho condimento mediterráneo el gobernador José Manuel de la Sota.

Y esta vez, el regalo para Villa  María fue multimillonario y lo puso en su propio árbol, en el pino iluminado del peronismo cordobés.

El acto de inauguración del magnífico edificio del Hospital Pasteur tuvo tanta pimienta que se transformó en un ataque de hipertensión.

Con el estilo de un Papá Noel astuto y experimentado, el Gallego tomó distancia del discípulo que en los últimos años tuvo “mal comportamiento” y le mostró su lado más frío (del Polo Norte) al intendente Eduardo Accastello.

La tensión se podía visualizar en el aire de la noche de miércoles. En todo momento, De la Sota evitó mostrarse codo a codo con el jefe comunal K y su breve saludo fue atado exclusivamente al protocolo.

Y así, en una ceremonia emotiva para la ciudad que tanto peleó por tener un nuevo centro asistencial, el gobernador fue el gran protagonista y en su discurso -por momentos de alto vuelo- sacó de pista a cualquiera que intentara poner su firma en la obra más importante que la Provincia ejecutó en la ciudad en los últimos tiempos.

“El Hospital no tiene derecho de autor, lo hicieron los cordobeses pagando sus impuestos”, afirmó el jefe del Estado provincial cerrando la puerta a la danza de los egos que es tan habitual en política y en todos los ámbitos.

El gobernador vino a la ciudad de uno de los dirigentes que más lo ha atacado en los últimos años. Vino con un mensaje de paz y amor (virtualmente se podían escuchar los villancicos), pero se dio sus pequeños gustos y le imprimió un par de flechas brillantes al árbol navideño.

En un momento de su discurso apeló a las emociones y habló de las cosas buenas y malas que tiene la política.

Dejó un concepto, que fue muy aplaudido, que luego repitió ante los congresales de su partido el sábado en Carlos Paz.

"Todos vivimos tratando de encontrarle sentido a la vida, todos somos eternos buscadores de la felicidad y con los años nos damos cuenta de que lo que más nos hace felices es hacer felices a los demás.  Cuando uno llega a esa conclusión, no tiene dudas de que la política fue el camino correcto para tratar de hacer el bien sin mirar a quién”. 

En este instante hizo una pausa para mostrar la “alegría” que sentía por inaugurar el nuevo Hospital. En forma inmediata, salió el golpe para quienes los vienen denostando sin piedad.

“Y cuando uno llega a esta conclusión, está por encima de los desafíos, las cosas que le disgustan, las agresiones, las mentiras y tantas cosas que duelen y que recibimos a diario. Porque a mí también me entran las balas, gobernar no es fácil”.

No hacía falta ser muy especialista en la materia para darse cuenta de que esa frase venía cargada de ingredientes pensados para la mesa de fin de año de Accastello.

 

Una recorrida sin “todos y todas”

Tras la suelta de globos, los papelitos brillantes y las luces de colores acariciando el imponente edificio, el gobernador cortó la cinta e ingresó al complejo. 

En esta fase de la ceremonia, también se sintió la mano “poderosa” de la administración provincial.

Los funcionarios del municipio no pudieron ingresar a la recorrida. Tenían acceso permitido los diputados nacionales, pero Martín Gill y Nora Bedano resolvieron quedarse al margen (según cuentan) por solidaridad con el legislador provincial Héctor Muñoz que no formaba parte de la comitiva que acompañó a De la Sota en su gira por el complejo.

La organización del acto fue de la Provincia y los accesos no contemplaron a “todos y todas”.

Entre los privilegiados, fuera del equipo del “Gallego” y otras autoridades de  diversos ámbitos, pudo verse al funcionario Miguel Sponer, quien acompañó en todo momento al exobispo de la Diócesis monseñor Roberto Rodríguez.

De la Sota observó cada espacio del centro asistencial durante más de una hora y se fue cantando bajito su canción de “felices fiestas”.

La tensión del escenario no estuvo visible en las plateas.

En la previa de la llegada del “Gallego”, los unos y los otros se abrazaron, sonrieron y charlaron como “grandes amigos”.

Así, en la política como en la vida. 

“Hoy un abrazo, mañana una traición y otra vez un abrazo...”.

Ya lo dijo el General: “"Los peronistas somos como los gatos. Cuando nos oyen gritar creen que nos estamos peleando, pero, en realidad, nos estamos reproduciendo".

 

FRASES