Se cumplió días atrás la quinta y última noche de las muestras de alumnos de Danza Vida. Una vez más -y como había sucedido en los tres fines de semana anteriores- la calidad primó sobre el escenario del Teatro Verdi, donde más de un centenar de bailarines desplegaron ritmo, brillo y color.
Debajo de 18 cabezales móviles más luces de escenario y una pantalla LED gigante de fondo que daban un marco de grandiosidad digno del espectáculo que brindó Danza Vida, unos 140 alumnos de las disciplinas no técnicas pusieron sobre las tablas ocho coreografías bajo el nombre de “Festival de ritmos”.
En esta oportunidad, a la danza se le unió la actuación y el humor del genial Pablo Barone, quien emulando a un excéntrico coreógrafo fue arrancando risas y uniendo cuadro tras cuadro para llevar el hilo de la función.
Al final, como ocurrió en las demás funciones, un segundo bloque protagonizado por el elenco cerró la noche.
Con nueve cambios de vestuario, los bailarines mostraron la danza en todas sus manifestaciones, desde la interpretación de una canción de Abel Pintos hasta una de Michael Jackson, pasando por salsa y ballet, para concluir danzando, vestidos de impecable blanco, un emotivo “Aleluya” cantado a cappella por el actor Carlos Yarán.
Dentro de este bloque participaron los cuadros de alumnos destacados que fueron premiados en el certamen internacional “Danza tu Danza”, en Carlos Paz, en septiembre pasado: el grupo de preadolescentes de jazz que obtuvo Medalla de Oro, el grupo de jazz intermedio que logró Medalla de Plata, el grupo de tap intermedio que obtuvo Medalla de Oro y distinciones por mejor coreografía y mejor vestuario, y la solista Florencia Tissera, que obtuvo Medalla de Plata.
Jugar, bailar
En las dos funciones inmediatamente anteriores a esa, las protagonistas fueron las más pequeñas de la escuela.
Bajo el nombre “Jugar, soñar, bailar, cosa de chicos”, unas 200 niñas se repartieron entre las noches del 6 y del 12 de diciembre para subir al escenario y ejecutar 14 coreografías.
Como si se tratara de un cuento, la escena inicial mostró a una niña absorta con su PC que permanece indiferente a cualquier juego hasta que la danza logra sacarla de su abstracción.
De ahí en más, desde las más pequeñitas hasta las preadolescentes bailaron y jugaron sobre el escenario antes de darle paso al bloque final de los mayores.
Las galas de la escuela habían comenzado 22 y 29 de noviembre, con las muestras de las disciplinas técnicas.
En esas funciones, el espectáculo “Divine Musical Night” tuvo en escena unos 170 bailarines que recrearon 16 de los musicales más conocidos con cuadros de clásico, jazz, contemporáneo, afro, tap y street dance, con sus diferentes niveles (principiantes, intermedios y avanzados).
Luego, como siempre, el elenco dio el cierre a las funciones.
Seis modistas fueron las encargadas del impecable vestuario que se lució en las muestras, el sonido estuvo a cargo de Luis López, la musicalización fue de Marcelo Aranda y la producción técnica corrió por cuenta de Nicolás Mujica.
Una vez más, como lo viene haciendo desde que se inició, la escuela brindó en cada noche un verdadero espectáculo, una puesta en escena a la altura de una producción artística, distinto a lo que suele verse en las muestras de alumnos.
Y el público, ya acostumbrado a eso, respondió llenando la sala en las cinco funciones.