La pirotecnia afecta no sólo a los animales, que la padecen terriblemente por los terribles estruendos que les dañan sus oídos, extremadamente sensibles, y también por las terribles vibraciones que esos estruendos provocan y que ellos no pueden evitar sentir.
A las personas con alguna dolencia, como el autismo, también los afecta en demasía, ya que ellos suelen tener los sentidos más desarrollados que los nuestros y experimentan esos estruendos como algo horrendo y aterrorizante.
La pirotecnia es literalmente plata quemada, plata desperdiciada para un momento que solo causa daño a los demás, ya sean personas o animales.
Me pregunto: ¿qué placer puede haber en imitar una pequeña guerra doméstica, un pequeño bombardeo? ¿Qué puede tener de agradable la realización de una acción que emula a otra acción que, cuando real, mata a millones de seres vivos? ¿Qué puede haber de placentero en una acción que al realizarla sé que estoy dañando a miles de seres vivos y sometiéndolos a un sufrimiento innecesario?
Hoy por hoy muchos lugares de la Argentina y del mundo van tomando conciencia y han prohibido la utilización de tan nocivos elementos.
Hoy por hoy las personas van dándose cuenta de que no pueden utilizar algo que, pese a que a ellos les produzca un pequeño y efímero placer visual, resulta sumamente dañino para los demás seres vivos, llámense personas o animales. Sin embargo, en Villa María el señor intendente, Eduardo Accastello, lejos de prohibir tan dañina y vacua práctica, lo que hace es incentivarla mediante la realización de un “espectáculo” de fuegos artificiales en la costanera de nuestra ciudad.
Dicho “espectáculo” (dantescamente horroroso) no sólo provoca todos los ya mencionados efectos nocivos en los seres vivos, sino que además representa para nuestra ciudad un inmenso gasto de dinero.
Dinero que, a mi modo de ver, debería ser invertido en comida, en educación, en cultura, en la “vida”, en el desarrollo del prójimo.
Con el dinero que se invierte en tan fatídico evento la Municipalidad de Villa María podría ayudar a la gente más necesitada de los barrios periféricos, que no tiene recursos ni para comprar un pan dulce, que no cuenta con servicios médicos adecuados, que tiene que conformarse con llevar a sus hijos a ese detestable y discriminativo circo romano, donde no se promueve la cultura ni el respeto por los demás, sino todo lo contrario. Todo esto sin contar los daños y roturas que al día siguiente del “espectáculo” debe afrontar el paisaje de nuestra querida costanera, la contaminación causada por la pólvora emanada, por las personas que arrojan residuos descuidadamente en espacios verdes y en el mismo río.
La verdad, me parece que los resultados de tan “espectacular evento” no son más que negativos, ya que se promueve la falta de respeto por los demás y por la vida, el despilfarro inconsciente y desinteresado del dinero de todos, la falta de cultura y el divertimento vacuo y sin sentido. Seguir con esto, Sr. intendente, es subestimar la inteligencia de todos y cada uno de los habitantes de Villa María.
Laura Gabetta
DNI 29.446.699