Toda actividad deportiva supone cultivar el físico, la mente, el espíritu, el carácter, las relaciones humanas y muchas otras facetas que hagan a la mejor calidad de vida de los seres que eligen alguna de las tantas disciplinas a su alcance.
En este sentido cabe una especial categorización que hace del golf una de las disciplinas más abarcativas de todas y cada una de estas manifestaciones.
Los hay quienes lo practican por aptitudes propias y porque encuentran en ello un desafío permanente e inagotable de superación. Otros lo hacen por el simple hecho de encontrar momentos de entretenimiento y disfrutar del tiempo libre, del aire puro, del contacto con la naturaleza y hasta de meditación en soledad. A diferencia de los profesionales, los aficionados tienen otros objetivos. Según el maestro Roberto De Vicenzo, “están los que juegan para bajar la panza y otros para llenarla...”
El año que termina ha sido intenso a pesar de los tiempos difíciles que condicionan la dedicación plena. Sea por la estrechez de la disponibilidad cronológica del reloj o de la edad de quienes lo eligen o por razones económicas que nunca faltan a la hora de poder llevarlo a cabo.
No es nada sencillo promover la disputa de torneos oficiales todos los fines de semana a lo largo de todo el año (siempre con más de 70 y hasta 125 participantes), con su correspondiente escala de premios y todo lo que conlleva la organización y contralor de los torneos, la administración de los hándicap y toda una empresa como es un club integral, con todo lo que implica la realidad de una convivencia comparable a la de cualquier sociedad -comercial, empresarial, no gubernamental- o una familia numerosa.
Balance
Por eso, a la hora de evaluar una especie de balance podemos enfocarlo desde distintos ángulos.
Desde lo social y lo deportivo. En el primero de los casos, siempre hay cosas para corregir y perfeccionar donde el sentido común debiera ser el más común de los sentidos, sumado a la tolerancia, la comprensión, el deseo de unir y no dividir. También es valorable el proyecto de mejoramiento integral de la cancha, dotándola de nuevos greens que los hagan competitivos a la altura de los mejores campos de juego del país. Así, la performance de los jugadores que nos representen en los campeonatos provinciales y nacionales se verá potenciada para el logro de mejores resultados. Prueba de ello fue el reciente campeonato nacional de menores en Mar del Plata donde los greens fueron un escollo que impidió un mayor lucimiento de los chicos que, no obstante, cumplieron con creces lo aprendido en la Escuela del VMGC.
En lo deportivo, hubo una buena performance en los campeonatos provinciales y nacionales, además de la permanente irrupción de nuevos jugadores que se suman a los consagrados con una figura excluyente que se llevó todos los elogios, producto de su apego a la práctica superadora y sus condiciones que ya está, virtualmente, en el nivel de scratch: Marcelo Raspo. Un grupo importante tratará de recortar lo que, hoy por hoy, es clara supremacía. También una camada de juveniles viene asomando con perfiles que no hay que descuidar. Acompañarlos y estimularlos en su justa medida será lo mejor para que perduren.
En lo profesional, Lucas Juncos luchó para mantenerse vigente y procura consolidarse en 2015. La reciente visita de Angel Cabrera fue una inyección para esos logros y también significó una distinción contarlo como huésped en la vidriera del Villa María Golf Club.
El año 2015 ya está aquí. Que sea lo mejor para todos.