Allí se alojaron personajes de la talla de Albert Einstein, el presidente Roca y el príncipe de Gales, quienes se reunían en el lobby a darles vida a interesantísimas tertulias. “¿Qué te parece si el finde nos vamos a cazar indios al campo prince?”, le preguntaba Roca al británico. “No comprendou”, respondía el soberano. “¿Y vos, Albert, te prendés?”, insistía Julio Argentino. “E=mc2”, rebatía Einstein, demasiado ocupado en revolucionar el mundo de la ciencia como para escuchar huevadas. 

Se trata del Hotel Edén, un ícono de las sierras que marca domicilio en La Falda. Fue construido en 1898 y en torno a la imponente estructura estilo “belle epoque”, el pueblo desarrolló su silueta. Cómo será de emblemático que hasta la avenida principal del municipio se llama como él. “Avenida Como El, qué nombre más ridículo”, pensará el lector menos iluminado. 

Lo cierto es que el lugar justifica sus medallas. Durante buena parte del siglo XX, destacó en tanto uno de los hoteles más célebres de la Argentina y también de los más lujosos y exclusivos. De ahí que los huéspedes fueran importantes figuras públicas del país y del exterior y no piringundines que alquilan una cabaña para cuatro personas y meten a 17. “No se lo merecen”, diría el viejo de la propaganda de jugo, de quién según se cuenta es un terrible pedófilo.

Aquel perfil alta alcurnia, no obstante, se fue erosionando con el tiempo y en 1965 las arcas del emprendimiento dijeron basta, porque eran muy de hablar. A partir de entonces, el Edén sufrió el abandono y la desidia, hasta que la Municipalidad lo compró en 1998 para comenzar las remodelaciones recién en 2007. Hoy, el hotel vive una especie de renacimiento, materializado en los tours guiados que ofrece, y en la realización de distintos eventos artísticos y reuniones. Incluso los míticos leones de cemento que habitan los jardines han cambiado: “Guau”, te dicen ahora cuando les pasas al lado.