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21 de Marzo de 2009
Reflexión - “Dura lex, sed lex” (La ley es dura pero es ley)
Reprimir o prevenir
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Escribe: Fernando Marcelo Tisera*


El alto índice de delitos indiscutiblemente propagados rápida y endémicamente fertilizados por ciertas condiciones especiales de lugar, espacio y tiempo, demuestran que es un verdadero fenómeno social. La profusa concreción de delitos en un momento dado dentro de una sociedad, trae aparejado, además de los daños y lesiones producidas a las víctimas, una gran sensación de inseguridad, entendiendo este término como una cierta pérdida del orden social por el aumento de índices delictivos, la preocupación, los desvelos y la necesidad de hallar soluciones a la problemática.
Los objetivos primarios para la protección de la mayoría poblacional permanentemente atacada, se ven continuamente opacados por este flagelo que parte de la minoría, y pasan a ser una utopía.

@En el mundo

Hoy, la globalización y la crisis globalizada provoca inseguridad más allá de las fronteras del territorio nacional y se suman y repiten factores más allá de las fronteras: la poca credibilidad de las autoridades, la pérdida de valores éticos y morales, que atentan contra la institución familiar como núcleo básico de pertenencia, la decadencia del sistema educativo, la mala distribución de las riquezas, las anómalas pulsiones de la ambición humana de poder y riqueza, el uso de drogas, el desmesurado crecimiento urbano, el consumismo, los medios de comunicación, todos factores de orígenes multicausales, dan como resultado el incremento de la violencia, que en focos de mayor o menor intensidad afectan sin distinción, el orden social del país y la vida corriente de la comunidad en su conjunto.
El permanente cambio tecnológico, llevado por la era industrializada basada en las capacidades intelectuales del hombre, trae aparejada también condiciones de desigualdad, ya que no todos tienen la posibilidad de acceder a los nuevos productos, colocando a muchos fuera de la torta de inserción laboral, produciendo una creciente escalada de marginalización,
Actualmente, hay en el mundo más de 800 millones de desempleados (un número que crece diariamente por la crisis). ¿Qué nos depara el futuro? Este es un dato agresivo e influye severamente en los estándares de vida y a su valor originando los nuevos out siders, los que están fuera del sistema, muchos de los cuales se volcarán al delito, incidiendo negativamente en niveles de violencia, marginalidad, inseguridad, alimentados por el alcoholismo, drogas.

@¿Cómo actuamos? ¿Antes o después de los desbordes?

El Estado no puede menos que tomar cartas en el asunto, a través del control social. Traduciendo el concepto en una prevención efectiva. Se debe desterrar todo preconcepto y toda acción represora, toda severidad punitiva, todo incremento de sanciones penales a través de cuerpos policiales reactivos y toda herramienta represora o segresionista del derecho penal, ya que equivocaríamos la correcta seguridad pública, la política criminológica, prevención efectiva y el estado de derecho.
No se debe caer en el abuso de autoridad o poder, y violación a los derechos humanos.
Como se comprenderá, es una tarea muy pero muy difícil, sobre la que presionan las opiniones contrapuestas para su abordaje.
Ya en la Biblia se aprecia que desde la misma Génesis del hombre, luego de haber abandonado el Paraíso Terrenal aparece el delito de la mano de Caín, derramando la sangre de su propio hermano. La cantidad de reseñas históricas, la cantidad de leyes y códigos dictados manifiestan que la criminalidad y el delito nunca han cesado; es más, nos persigue hasta nuestros días siendo una sombra que se ciñe la humanidad; un bumerán que golpea demasiado duro al hombre.

@En el país

El delito en nuestro país ha traspasado márgenes y alarma, ya que nuestra sociedad está plagada de ejemplos en los que toda la sociedad delinque individual o colectivamente y el delito es consumado desde las altas autoridades a través del abuso del poder, donde el pueblo se ve oprimido y por temor es llevado al silencio cómplice, con la convalidación y encubrimiento transitando alternativamente posiciones de víctima-victimario, llegando a una menor condición humana, malogrando nuestra organización y estatus social (hasta el del vecino de cualquier barrio).
Los críticos a los postulados del esquema coyuntural en Estados Unidos, restablecieron el orden interno, como ocurrió en Nueva York hace una década, con la célebre “Tolerancia Cero” disciplinando, según ellos, a las clases sociales “reacias al trabajo por un salario precario y mal pago”, la lucha antidroga..., una mano dura coyuntural.
Involucraron millones de dólares en recursos para la prevención, dando autoridad a las fuerzas públicas y al Poder Judicial. Se planteó una política criminológica apoyada en los poderes fundamentales.
Pero hoy, con la crisis global y su desempleo, las calles están inundadas de estupefacientes y se está volviendo a los índices superados años antes.
Entonces, vemos que un país, teniendo los medios para disuadir y prevenir la disciplina social se reordena, y las fisuras aparecen nuevamente cuando las estructuras sociales se resquebrajan.
Para un Estado esto es fundamental. La sociedad en su conjunto le permitirá sostener las estructuras que le darán el sustento a su conducción política.
Sin embargo, se hace imprescindible un control informal monitoreado por todos los integrantes de la sociedad mediante el cumplimiento de las normas, la educación, el respeto y fundamentalmente mediante el desprecio de accionares antisociales, que nos afecten directamente o no. Cuando las estructuras del Estado funcionan regularmente, el control social se basa en la prevención más que la represión.


*Diplomado en
Criminalística.
fm_tisera@yahoo.com.ar

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