La gastroenteritis, o simplemente diarrea aguda, es una de las enfermedades más comunes en verano y los niños son las personas más vulnerables a sufrirla.
En esta época del año son frecuentes los episodios de gastroenteritis infecciosa provocados por la presencia de bacterias (escherichia coli, salmonella, shigella, staphylococcus, campylobacter), ya que se dan las condiciones propicias para que estos gérmenes se incorporen a los alimentos: mala conservación, exposición a temperaturas elevadas, inadecuada preparación, mala higiene de manos y/o utensilios e ingesta de agua en deficientes condiciones de potabilidad (aguas de ríos, estanques y/o piletas mal tratadas). A su vez, la inadecuada preparación de los biberones o la mala conservación de la formula láctea favorece el desarrollo de la enfermedad en los lactantes. En tanto, las infecciones por virus (rotavirus) son más frecuentes en otoño e invierno.
“La diarrea aguda se define como un aumento en la frecuencia y el volumen de las deposiciones con grados variables de pérdida de líquidos y electrolitos (sodio, potasio, bicarbonato)”, indicó en Buenos Aires Marcelo Argüello, jefe del área de Pediatría de la Clínica y Maternidad del Sol e integrante del Servicio de Emergencias Pediátricas del Hospital de Niños. Y agrega: “Se puede adquirir a través de las manos (mal higienizadas), los alimentos (especialmente lácteos, carnes y mayonesas) o el agua”.
Los gérmenes antes mencionados pueden actuar por sobre crecimiento en los alimentos, haciendo daño en la mucosa intestinal o por producción de tóxinas, como en el caso del estafilococo o escherichia coli.
La consecuencia más temida de esta enfermedad es la deshidratación severa ya que no solucionada en forma oportuna puede poner en riesgo la vida del niño.
Los síntomas
Esta enfermedad se manifiesta con deposiciones diarreicas -líquidas o semilíquidas (y ocasionalmente sanguinolentas o mucosanguinolentas)- en frecuencia aumentada, vómitos alimenticios y fiebre. El niño puede referir dolor abdominal episódico (tipo cólico) a veces muy intenso, malestar general y cefalea. Por otra parte, manifiesta sed intensa en busca de compensar la pérdida de líquidos.
Cuando las deposiciones son muy frecuentes, y en especial cuando los vómitos dificultan la incorporación de líquidos, se presentan signos de deshidratación, tales como: decaimiento o irritabilidad, ojos hundidos, mucosas pastosas, alteraciones en el turgor y elasticidad de la piel y respiraciones profundas y rápidas. “Esta situación indica que el niño se encuentra severamente comprometido y de no ser tratado oportunamente puede evolucionar al choque hipovolémico, es decir a una severa deshidratación con trastorno hidroelectrolítico y acidosis metabólica”, explica Argüello.
El tratamiento
Es fundamental hacer una oportuna consulta médica a los fines de evaluar el estado de hidratación y establecer un plan de hidratación y/o alimentación.
Cabe aclarar que la mayoría de las diarreas no requieren ningún tipo de terapéutica antibiótica, al contrario, se conoce la firme relación entre el uso de algunos antibióticos y el desarrollo del Síndrome Urémico Hemolítico.
En general se aconseja aumentar la ingesta de líquido, fundamentalmente agua, en forma frecuente y fraccionada (pequeños volúmenes por vez). Y evitar las gaseosas, jugos y otras bebidas envasadas, incluidas las publicitadas en la práctica deportiva con alto contenido en sales. Tampoco es aconsejable el té en cualquiera de sus formas.
Los alimentos también deben ser fraccionados y administrados en forma de papillas, manzana, zanahoria, papa, batata, arroz, polenta y pechuga de pollo. “Pueden administrarse tres o cuatro comidas de poco volumen distribuidas a lo largo del día, ya que el intestino se ve muy afectado por el ayuno o la restricción intensa de alimentos”, asegura Argüello.
Los niños que se ven comprometidos por la diarrea y los vómitos pueden necesitar medicación antiemética y líquidos de rehidratación.
Por su parte, el bebé alimentado a través del pecho materno debe ser prendido con más frecuencia ya que “la leche materna es el alimento ideal y tiene protección contra la diarrea”.
Consejos para prevenir la diarrea
Lavarse las manos con agua y jabón antes de manipular los alimentos y los biberones.
Conservar los alimentos y biberones en la heladera.
No guardar restos de leche sobrante en los biberones.
Hervir el agua antes de preparar el biberón cuando se utiliza leche en polvo.
Lavar exhaustivamente las frutas y verduras.
Cocinar bien los alimentos, especialmente carnes y huevos.
Controlar que las hamburguesas estén bien cocidas ( y que no sean de color rosado en su interior).
No usar la misma tabla o mesada donde apoyó la carne cruda sin lavar previamente con agua y detergente.
Si comen fuera de casa, asegurarse de que los alimentos sean frescos y/o recién cocidos.
Evitar que los niños ingieran agua de mar, ríos, lagunas o piletas.