Carina Sosa es una trabajadora gastronómica que, con un gesto honrado y simple, devolvió no sólo el dinero que se había olvidado una jubilada, sino la alegría y la esperanza de que todavía se puede confiar en la honestidad de la gente.
Los hechos ocurrieron ayer, cuando una mujer de unos 75 años fue al bar La Madrileña después de cobrar su jubilación. Tomó el café, pagó y se fue. Carina, moza del lugar, ve que se había dejado unos billetes. Sin contarlos, los lleva a la caja para que los dejaran separados por si volvía la mujer. “A las dos horas llegó, desesperada, porque era toda la jubilación que acababa de cobrar”, dijo, estimando que se trataba de unos 3.000 pesos.
“No sé el nombre de la mujer, pero la vi tan emocionada cuando recuperó el dinero, que quedé gratificada”, dijo la trabajadora gastronómica, que lucha junto a su esposo para mantener el hogar con cuatro hijos, todos estudiantes.
“Es la única herencia que les podemos dejar a los chicos, el estudio”, señaló Carina a EL DIARIO. Pero también legará algo más importante aún: la honestidad. “Estoy segura de que Dios nos devuelve las cosas buenas que hacemos”, concluyó la mujer.