El atentado del pasado miércoles en París, que dejó un saldo de 12 muertos luego de que un grupo de musulmanes radicales atacara a tiros la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo, dio la vuelta al mundo, despertando distintos análisis y lecturas. De cara al interés producido en la sociedad toda, EL DIARIO se contactó con Agustín Smidt, un rugbier nacido en Villa María hace 29 años que hace tres que vive en la capital francesa y que aquí brinda su opinión de los fatídicos sucesos.
-¿Cómo te enteraste de la noticia? ¿Cuál fue tu reacción?
-Estaba desayunando antes de ir a entrenar. Prendí la tele y las noticias mostraban las primeras imágenes, periodistas analizando, ya estaba el tema dando la vuelta al mundo, una locura. La primera reacción fue obviamente de asombro. Quería saber un poco más de que se trataba y me puse a investigar para saber por qué pasó lo que pasó. Sobre todo me llamó la atención la facilidad y lo rápido que actuaron los bárbaros, porque la seguridad acá es un tema muy importante, se ven todos los días las precauciones que toma la Policía y los distintos agentes del orden.
-¿Conocías la revista?
-No, no la conocía. Hablando con los chicos del club me entere un poco más. No es una revista tan popular, de las que más se venden. Pero sí, tiene fama en su rubro, digamos.
-Vos que vivís en París, ¿te imaginabas que podía pasar? ¿Había algo de paranoia en ese sentido entre los franceses?
-No, no me imaginaba que algo así iba a pasar, para nada. Tampoco los ciudadanos viven con paranoia. Al contrario, acá la gente vive tranquila en ese sentido: hay libre expresión para todos y nadie se infla la cabeza con lo que dice otro, siempre se respetó el derecho de todos para expresar lo que piensan y sienten y para hacer lo que les guste. El francés es muy abierto de mente en ese sentido, muy de respetar, muy “republicano”. Por eso también ha dolido tanto, ha pegado en la gente.
-¿Cuál es la sensación que se tiene estos días al salir a la calle? ¿Qué se ve en la gente?
-Está toda la ciudad empapelada de afiches que dicen “Nosotros somos Charlie Hebdo”, en apoyo a las víctimas y dando el mensaje de que la gente no va a perder su libertad de expresión. Los políticos dicen que están dolidos porque les tocaron la democracia, que van a reforzar la seguridad para encontrar a los sospechosos. Lo importante es que París sigue de pie. La frase del día de ayer fue: “Prefiero vivir de pie que morir de rodillas” en referencia a no arrodillarse ante el temor de la barbarie y a tener dignidad. Así se lo toman los franceses, tienen esa filosofía.
-Contanos sobre alguna escena que te haya llamado la atención.
-Hoy (por ayer) salimos y se veían helicópteros que iban y venían y ayer (por antes de ayer) hubo dos grandes movilizaciones con aquella frase de “Nosotros somos Charlie Hebdo”. Pero es esencial resaltar que la gente sale a trabajar como un día normal, sin dramatismo ni paranoia. Supongo que hay algunos que deben sentir temor, pero por lo general la gente se junta para salir a hacer frente al drama. Acá están calientes porque les tocaron la democracia, la libertad de expresión.
-Pasaste toda tu infancia y adolescencia en una ciudad chica de Argentina, donde de repente no existe la pluralidad de razas, de credos, de idiomas, de culturas en general, de un escenario, en fin, que lamentablemente a veces puede generar conflictos de esta magnitud. ¿Se vive distinto lo del atentado para un tipo con tus raíces?
-Sinceramente no me genera ningún sentimiento especial, más allá de mis raíces. Soy consiente que esto es causa de un hecho que no me involucra por eso no me siento amenazado ni llego a sentirme víctima. Me generó lo que contaba al principio, la necesidad de saber, de investigar, de conocer las opiniones de los dos lados para estar al tanto de lo que pasa y se dice, aunque no me involucre en sentimientos ajenos. Hay que ser cuidadoso porque hay mucha gente dolida, tanto los franceses cristianos o ateos como los franceses musulmanes y los inmigrantes con esa creencia. Como decía antes, lo destacable en todo caso es que París sigue caminando, como todos los días.