“Después dicen que no es poderoso”, dice Rocío Belén Cagliero, de 25 años, mientras sostiene una biblia en sus manos mostrando que fue, junto a una garrafa, lo único que se salvó luego de que el pasado miércoles 7 se le incendiara su vivienda.
En la casa, que está dentro de un complejo de unidades habitacionales situado en la esquina de ruta nacional 158 y calle Intendente Poretti, viven ella, su pareja y sus tres hijos. Hoy, están tratando de reconstruir la vivienda.
“Los peritos dijeron que se produjo un cortocircuito, mientras estaba cargándose el teléfono en la cocina, y explotaron todas las llaves de luz”, cuenta Rocío.
Lo primero en tomar fuego fue un sillón, Rocío se encontraba en el patio, tendiendo ropa, y al ver las llamas temió por su hijo, que estaba dentro de la vivienda. “El sintió la explosión, se asustó y salió corriendo, me lo agarró un vecino”, destacó.
Las huellas que dejó el fuego están intactas en la casa todavía. En la cocina quemó prácticamente todo, y lo único que no tocó fue la biblia y la garrafa.
“Perdí calefón, lavarropa, sillón, ropa, armario, el televisor está todo derretido, pero todavía anda”, repasa.
A la otra habitación de la pequeña vivienda el fuego prácticamente no llegó. Aunque sí el humo, que hizo daño. “Mi colchón lo lavé, quedó con olor, pero se salvó, pero el colchón donde duermen mis hijos quedó negro, quemado”, dice.
No sabe quién llamó a los bomberos, pero asegura que llegaron a tiempo para que la cosa no pase a mayores. “Los que llegaron primero son los vecinos, teníamos miedo que explotara la garrafa, pero gracias a Dios quedó intacta”.
A cuatro días del hecho, Rocío no encuentra las palabras para agradecer el gesto de los villamarienses. Muestra, en una habitación, la gran cantidad de donaciones que recibió. “Hemos recibido muchas cosas, me resorprendió la respuesta de la gente, la forma en que se llegaron y me trajeron cosas”, agradece, y repasa: “Me regalaron cocina, aunque no la pudimos hacerla andar, un colchón, un televisor, una heladera, otro vecino me trajo dos mesas de luz y un aparador, y me trajeron un montón de ropa, que estamos seleccionando y lo que no usemos lo vamos a volver a dar”.
Rocío es empleada doméstica y su pareja albañil. La casa tiene las paredes negras, el techo desgarrado y los mosaicos del piso saltados. Sin embargo, confía en que, con el tiempo, podrán reconstruirla.
“Ahora la tenemos que pintar y recuperar, con mi marido trabajamos y sé que de a poco vamos a ir arreglándola; empezamos de cero y habrá que empezar de nuevo”, se entusiasma, porque además reconoció que desde la Municipalidad se acercaron a la familia rápidamente a brindarles su apoyo y prometieron colaborar con la recuperación del hogar.