“Ahora me espero cualquier cosa, estoy amenazada, pero me juego a salir en los medios porque no doy más, esto que estoy pasando ya no es vida”, dijo Mercedes Lilia Guerrero, llorando, antes de comenzar a contar que hace tres meses los vecinos -un hombre y una mujer- de enfrente de su casa la tienen amenazada de muerte.
Mercedes vive en la calle Formosa, en barrio San Martín, y acudió a EL DIARIO, aseguró, por recomendación del defensor del Pueblo. “Como ya hice cinco denuncias, pero la Policía no hace nada, me dijo que lo haga público a ver si así me llevan el apunte”, sostuvo.
La señora, de 65 años, dio la dirección exacta de su casa y nombre y apellido de los vecinos en cuestión, quienes viven enfrente de su vivienda. Según explicó, dos hechos desencadenaron la conducta que hoy tienen para con ella.
“En marzo del año pasado la mujer me pidió que salga como testigo falso y no lo hice. Vino a mi casa a decirme que iba a venir la Policía a tomarme declaraciones y que les dijera que su marido no vendía drogas, no tenía armas y que trabajaba de albañil. Cuando fue la Policía, directamente no abrí. A mí me guardaban la droga en el medidor de luz de mi casa, me lo hacían en mi propia cara y mi hijo tuvo que poner un candado. Y esta semana me lo prendieron fuego”, recordó.
Además, apuntó que esta situación lleva ya tres meses. “Empezaron a hacerlo porque un día volví a mi casa y vi que los perros saltaban y ladraban y después vi a una persona en el patio. Me asusté y llamé a la Policía. Resulta que unas horas antes habían tirado una pelota y se habían cruzado a buscarla. Todo empezó así, una locura”, sostiene compungida.
“Me hacen la vida imposible, estoy desesperada. Hice cinco denuncias ya y la Policía no hace nada”, exclamó, y contó: “Me amenazan de muerte, incluso lo hicieron frente a la Policía, me tiran aceite en las paredes de la casa, me rompieron vidrios. Le llevé a la Policía todas las pruebas de las cosas que me tiran con la hondera. No puedo salir a cortar el césped o regar la vereda porque me tiran con tuercas, tornillos, piedras y me apuntan con un rifle”.
Mercedes repasó entre lágrimas que actualmente debe trabajar de noche cuidando a una persona porque la jubilación no le alcanza para vivir y que cada vez que llega a su casa se encuentra “con algo distinto”. “Ya me han robado, me vaciaron la casa”. Aseguró que “él salió hace seis meses de la cárcel, está juntado con la nieta. Y la mujer tiene tres nietos y un hijo preso”.
Según contó, la misma situación padecen otros vecinos, pero “también están amenazados y tienen miedo. Pero yo estoy desesperada, no puedo vivir más así, las denuncias no sirven y la Policía debe estar esperando que me maten para hacer algo”.