Marcos Juárez es una ciudad pequeña, donde la gente se conoce, toma mates y algunos hombres juegan a las bochas. Los domingos, los domingos los hombres van al club, juegan a algo, se juntan.
En los pueblos los varones tienen domingo, ¿por qué las mujeres los domingos en los pueblos no juegan a nada? ¿Por qué las mujeres no tienen domingo y mientras los varones de la casa las esperan con el mate y los buñuelos, ellas van a jugar al fútbol o a las escondidas? A jugar a algo, pareciera que el juego en los adultos es sólo para varones.
Marcos Juárez queda cerca de Canals. Las tragedias se encadenan y los eslabones de locura y espanto van rodeando las comunidades.
Valeria vivía en Marcos Juárez, en una ciudad con olor a campo y los domingos no jugaba a nada. Los domingos se los pasaba mirando por la ventana temiendo que llegara el lobo feroz, su exnovio.
Valeria soñaba despierta con un mundo mejor, con un mundo de oportunidades, con un mundo de risas amontonadas en el alma.
Risas apiladas en los rincones haciendo florecer margaritas de colores fucsias, turquesas y anaranjadas.
Soñaba con un mundo sin violencias y sin amenazas, donde su exnovio fuera el pasado, enterrado en un rincón de su vida y con una placa que dijera "acá descansa el pasado de Valeria, un pasado de sufrimientos, dolores e incomprensiones".
Valeria Borgiani los domingos le temía al lobo feroz, a su exnovio, que la amenazaba con sus colmillos de poder y violencias y le auguraba la muerte.
Valeria le temía al lobo feroz y a las locuras de los violentos que cuando no pueden adueñarse de la mujer, que cuando sienten que ya no tienen propiedad sobre ella la matan, la borran, la aniquilan, la entierran.
Valeria tenía un hijito, que seguro no escuchó de machismos y patriarcados, pero que ya no tiene a su madre y como dice Yaco "debe llorar mucho a escondidas y extrañarla un montón". ¿Por qué Yaco dice que su hijito la llora a escondidas? El mismo me responde las preguntas que flotan en el aire: "Mami, en las otras casas a los otros chicos les dicen que las nenas lloran, no como vos que nos decís que no aguantemos el dolor".
Valeria tenía 31 años y un montón de sueños apilados en el baúl. Su hijito también tenía una mamá a la que amaba y una vida plena de alegrías por delante. ¿Y ahora? Ahora no dejo de pensar en Valeria, en su hijito y en lo evitable que era este femicidio, en lo atroz e injusto.
¿Cuántas mujeres más nos van a asesinar hasta que cambiemos los métodos de crianza? ¿Cúantas niñas y mujeres más nos van a violar, arrancar, borrar hasta que cambiemos la crianza de nuestros varones?
¿Cuándo vamos a dejar de criar a nuestros varones como soldados? Donde se tienen que comer las emociones, se tienen que comer los sentimientos, se tienen que comer los sueños y tienen que esconder el alma.
¿Cuándo vamos a dejar de habilitar la violencia en nuestros varones? Porque como sociedad la habilitamos, la permitimos y la apoyamos.
Cada vez que decimos "los niños no lloran", "los varones se la bancan", "hacete hombre de una vez", "anda a ponerla así te haces hombre", "las mujeres son como los perros más les pegás más te quieren", "sacá el macho que tenés adentro", "hacete valer, el hombre sos vos", "las mujeres sirven para la cama y para limpiar, es lo único que hacen bien", "ya van a venir las muñecas inflables y las mujeres se pueden ir a Marte", "controlá a tu mujer, mirá con quien se junta si no querés cuernos" "el que pone la guita sos vos, poné los límites" "más las gorriás, más te quieren todas", "qué envidia el tipo este, enviudó".
¿Cuando vamos a criar distinto a nuestros varones? ¿Cuándo vamos a terminar con la violencia contra las niñas, jóvenes y mujeres por su única condición de serlo?
¿Cuándo?
Alicia Peressutti