"Lo que es bueno para los cultivos también favorece a los hongos”, expresó Marcelo Carmona, minutos antes de disertar ante un auditorio de productores en una charla organizada por Basf en el Hotel Amerian Villa María y que se concretó el jueves último.
Habló especialmente de las enfermedades de soja y maíz conocidas como “de fin de ciclo” y los tratamientos a aplicar.
“Hoy estamos en un momento en el que el productor tiene un problema económico serio y pone en la balanza cada decisión técnica. En este contexto, a veces se puede cometer la torpeza de ahorrar en inversiones tecnológicas e insumos, lo que realidad va en detrimento de las decisiones técnicas. En años difíciles, mi recomendación es que más que nada el productor tiene que apostar a la inversión”, destacó.
En un año como el presente, con abundantes lluvias bien distribuidas, la presencia de enfermedades en soja (tizón púrpura y mancha marrón, entre otras) y en maíz (tizón y roya común) pueden causar estragos.
“El dato más drástico es en el maíz con tizón no controlado y un híbrido muy susceptible. En este caso, si no se trata a tiempo, se puede perder todo el cultivo. En el caso de la soja en años lluviosos se llega a perder un 15%”, explicó.
A la hora de hablar de tratamientos, dijo que es indispensable que el productor esté atento a los primeros signos de enfermedad del cultivo, para poder tomar la decisión oportuna de aplicar los funguicidas a tiempo.
“El productor argentino tiene dificultades porque ya gastó mucho en combatir las malezas”, señaló, estimando que se invirtió entre 100 y 120 dólares por hectárea para ese fin. “Pero, como dije antes, es en estos momentos en los que hay que estar atento. Tiene que observar el ambiente, especialmente las lluvias y diagnosticar a partir del cuaje de las vainas (R3) la presencia de enfermedades para aplicar los tratamientos a tiempo”, concluyó el profesional.