Un clásico es Boca-River, el asado de los domingos o que se te corte la luz justo cuando el termómetro alcanza los 48 grados, el aire acondicionado te saca la lengua y el viejo ventilador contempla tu humanidad y te dice: “Eso te pasa por prostituirte la dignidad y cambiarme por aquel mercader de falsas promesas y tres mil frigorías”.
También son clásicos los grandes libros de la literatura universal, como El Siglo de las Luces. Una joyita escrita por el cubano Alejo Carpentier con ese estilo barroco tan particular, que para contar que un tipo se tomó un whisky utiliza tres páginas de adjetivos y reminiscencias, provocando las ganas del impaciente lector de mandar toda la cultura al diablo y ponerse a ver Canal 13.
Con todo, la obra del autor cubano cautiva ni bien uno empieza a devorar el prólogo. La novela, publicada por primera vez en 1962, relata una aventura de ires y venires, en torno al tema de la Revolución Francesa y las implicancias del movimiento en las colonias galas del Caribe. Al viajero, le interesa especialmente la atractiva descripción de los lugares visitados por los protagonistas: Cuba, Guadalupe, Guayana Francesa y Saint Domingue (actual Haití), además de Francia. “Muy bueno el Caribe ¿hablan algo de los All Inclusive en el libro ese?”, pregunta el típico idiota de turno, segundos antes de morir apedreado.
En concreto, la historia se centra en la figura de Víctor Hugues, militar y político francés que tuvo una destacada labor en Las Antillas, siendo uno de los principales impulsores de la Revolución en la zona. Intrigas de poder, anécdotas de guillotinas y peripecias con el Mar Caribe de fondo son constantes en un libro notable, aun cuando en algunos pasajes leerlo resulte más tedioso que salir de fiesta con Binner.