Los gestos de los vecinos de barrio Evita hablan por sí solos mientras cuentan los disgustos y desafíos que les impone el fuerte problema que tiene el sector con la inseguridad.
Desazón, impotencia, resignación o bronca, pueden leerse entre frase y frase. Es un barrio donde los robos se han hecho moneda corriente, los vecinos se ayudan mutuamente y se mantienen alerta para intentar contrarrestarlos, no se animan a dejar las casas solas y, lo peor, ven e identifican a quienes los someten al tormento de sentirse endebles y sin poder hacer algo al respecto.
El domingo por la tarde un grupo de vecinos evitó que dos ladrones ingresen a una casa. EL DIARIO en su edición de ayer habló con uno de los propietarios quien no dudó en decir que “la Policía no existe para nosotros”, que la situación “ya no da para más porque no tenemos seguridad” y calificó de “seguridad cero” la protección que tienen los frentistas ante los vándalos.
Este medio recorrió el barrio Evita ayer para conocer la opinión de los vecinos y se encontró con gente que abría sus puertas unos cinco centímetros y asomaba su ojo como inspeccionando a la persona que tocó el timbre; hay temor y preocupación.
“No podés salir, no podés dejar la casa sola porque están robando a dos manos; ahora se fue mi señora y me tengo que quedar yo”, comentó Marcelo.
El hombre vive cerca de la vivienda que intentaron robar el domingo y que los vecinos evitaron, por lo que relató con detalles lo sucedido esa tarde: “Quisieron entrar a robar a la vuelta, rompieron el postigo, pero como había reja no pudieron y se fueron. El vecino de al lado los vio saltar la tapia y los siguió y vio cómo se metían en la otra casa. La chica de la esquina tiene la alarma que le suena en el celular, entonces como estaban cerca, se apuraron y cuando llegaron los vieron saltar. El chico los corrió, los ladrones se metieron por un baldío y saltaron”.
Según Marcelo, “los ladrones viven acá a media cuadra y no tienen más de 15 años” y dijo que, luego del episodio, “los vimos de nuevo con distinta ropa” por lo que el dueño de la vivienda que habían querido asaltar “los paró, salió la madre y sostuvo que no podía ser que sus hijos estén robando, cuando todos los habíamos visto”.
Hay cuestiones que inundan de impotencia a los vecinos en estos casos y una de ellas es lo que sucedió luego del intento de robo. “Cuando la chica fue a hacer la denuncia, ya los habían soltado. Al rato estábamos en la vereda y pasaron riéndose por el frente. Uno labura todo el año para que estos chicos, que están a media cuadra te vacíen la casa”, reclamó.
Otro de los vecinos mencionó que “la gente del barrio es muy bien, no hay ningún drama, el problema son los que vienen de acá cerca”. Esto es porque, según mencionaron, “desde la calle ésta (señalando la Paraguay) para allá, es el barrio Las Playas, y son chicos que viven a media cuadra, tienen 14 ó 15 años y los vemos robar a la vista de todos, a la mañana, a la siesta, a la noche, no tienen drama”.
“¿Sabés que nos dice la Policía?”, planteó y respondió: “Si los agarran, háganlos recagar, que total decimos que los encontramos así. Pero si les hacés algo, después tenés que esperar el vuelto”.
Marcelo contó que los robos se dan varias veces en las mismas viviendas, que “esto no es nuevo”, sino que sucede “desde el día en que empezamos a vivir acá”, lo que los obliga a “vivir encerrados; no te podés ir de tu casa”.
Ante esta realidad, los vecinos se organizaron, tienen reuniones periódicas y en la última, que realizaron días atrás, analizaron la posibilidad de colocar alarmas comunitarias que se pondrían dos por cuadra y que podrá activar cada vecino desde un dispositivo en caso de ser necesario.