Escribe Juan José Coronell
Especial para EL DIARIO

Los comechingones llamaron a esta zona “Paravachasca”, lo que significa “lugar de vegetación enmarañada” en quechua.
Luego de la corriente colonizadora del Alto Perú, Juan Nieto, colaborador de la fundación de Córdoba, recibió tierras en esta zona. Al morir, y luego de explotar la zona desde una estancia, su viuda contrajo matrimonio con Alonso Nieto de Herrera, quien no tenía parentesco con el primero y luego se quedaría con la herencia, al morir su mujer y su hijastra. El fue quien le puso el nombre de Alta Gracia, recordando a un santuario español.
Alonso Nieto de Herrera decidió ingresar en la Compañía de Jesús y a la misma le donó sus bienes en 1643. Así es como Alta Gracia fue una estancia administrada por los jesuitas, cuya finalidad era ser sostén del Colegio Máximo (Luego Universidad de Córdoba) y de las órdenes de la Manzana jesuítica en la capital cordobesa.
Con el paso de los años se puede apreciar que su hermosura aumenta, ya que está todo casi como en esos años. Con el tajamar, el obraje, la iglesia de Nuestra Señora de La Merced, la residencia y el rancherío donde estaban los esclavos y obreros nativos... Luego de ser expulsada la Compañía, la estancia quedó abandonada y después de haber sido hipotecada, el ex virrey Santiago de Liniers la compró y residió allí hasta su muerte. Finalmente, la estancia estuvo en manos de José Manuel Solares, quien en sus últimas intenciones pidió que se edificara una villa cercana.
Así se comenzó a dar forma a la ciudad que se conoce, donde uno de los atractivos -sin lugar a dudas- es el museo que lleva el nombre del virrey y se encuentra dentro de la estancia, en cuya iglesia se siguen brindando las misas dominicales. La misma que en 2000 recibió el título de Patrimonio Histórico de la Humanidad, por parte de la UNESCO.

Los primeros
pasos del “Che”

Para los que la quieran visitar, se encuentra además el museo del compositor español Manuel de Falla, quien vivió y murió en Alta Gracia. Allí se hallan desde hace 39 años objetos personales, mobiliario y correspondencia. Además se encuentra el museo de la ciudad “Juan Felix Caferatta”, importante vecino de la ciudad y político.
Pero Alta Gracia tiene también la dicha de que el gran soñador y revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara vivió allí. Luego de que en 1908 se inaugurara el Sierras Hotel, lugar ideal para recibir turistas y a quienes necesitaban aire del mejor por padecer enfermedades respiratorias. Y esto último atrajo a la familia del “Che”, que llegó desde Rosario en 1932 a la localidad cordobesa para que Ernestito se curara del asma que lo aquejaba. En la ciudad serrana, el niño fue a la escuela hasta que se radicó en Córdoba para seguir sus estudios de Medicina en 1943.
La casa donde más tiempo vivió la familia Guevara Lynch se convirtió en museo desde 2001. Allí, todos los 14 de junio se llevan a cabo charlas, se proyectan documentales y se realizan otras actividades destinadas a resaltar su personalidad. El museo es una oportunidad ideal para quienes quieran tener un contacto con este gran pensador argentino, con el lugar donde comenzó a formar su personalidad.

Ideal para los fieles

Alta Gracia es una ciudad de mucha fe, y entre las principales razones se cuenta la Gruta Nuestra Señora de Lourdes. Inaugurada el 10 de setiembre de 1916; la tiene plasmada en sus paredes el registro de las miles y miles de personas que la visitaron. Contiene una capilla de estilo colonial construida en 1927, siendo uno de los lugares más visitados por los fieles católicos en Argentina cada 11 de febrero, cuando se celebra el Día de la Virgen. El lugar está a cargo de las carmelitas descalzas, y es un lugar ideal para concurrir también en Semana Santa.