La casa de Mirta Martínez, en los calores del barrio Nicolás Avellaneda, huele a guiso rico y dignidad. Allí, entre muros humildes y la sombra de algún árbol viejo, funciona el Comedor Niños Felices, un emprendimiento hecho a puro pulmón que alimenta a los infantes de uno de los distritos más carenciados de Villa María.
Desde hace 12 años, el establecimiento brinda la cena a los niños necesitados, y también a algún que otro abuelito que ande con la panza vacía. Al principio, en el despertar del nuevo milenio, sólo abría los fines de semana. Actualmente lo hace de lunes a viernes, dándole de comer a casi 70 personas. “Ahora mismo tenemos 40 chicos, y después del verano, cuando empiecen las clases serán 70. El año pasado fueron 150, pero yo ya no puedo darles a tantos. Primero porque es mucho trabajo, y yo estoy muy cansada, con decirte que el otro día me tuvieron que internar, por el estrés. Y segundo porque no hay cómo proveerlos. Entonces prefiero no darles a tantos pero darles una cosa buena”, comenta Mirta.
Bien plantada en la cocina de su modesta casita, la “Tía” (como la conocen en el barrio), prepara todo tipo de alimentos, con la ayuda de dos chicas de la zona que colaboran ad honorem. Fideos y guisos es lo que más sale, y cuando hay, se suman platos más “gourmet”, milanesas por caso. Las raciones son servidas en táperes y cada comensal se lo lleva a su casa.
“Esto es mi vida”
“Más allá del cansancio que tengo encima, del desgaste y de los sinsabores que uno se lleva en 16 años de trabajo, esto lo voy a seguir teniendo abierto, voy a seguir luchando, porque es mi vida ¿Qué voy a hacer con el comedor cerrado?¿Qué voy a hacer con los pibes chicos que no tienen nada para llevarse a la boca?”, se pregunta esta señora de corazón ancho, que también cuida coches por la propina en diversos sectores de la ciudad.
Las comidas son elaboradas fundamentalmente a partir de los alimentos no perecederos que trae la gente solidaria de Villa María, que de acuerdo a la titular del Comedor Niños Felices, “Es muchísima”. En ese sentido, cuenta que colaboran hombres y mujeres de distintos barrios y clases sociales, empresarios y dueños de comercios, personas de buen pasar y no tanto, y que los adultos mayores suelen ser los más generosos.
El resto de los ingredientes (los perecederos: verduras y carne) se compran con el dinero que la entidad va recaudando a través de distintas actividades. Al respecto, destacan las llamadas “ferias americanas” (venta de ropa usada) que se realizan en la misma vivienda de calle Jujuy, y las rifas de fin de año, por ejemplo.
“Acá siempre estamos recibiendo ayuda, así que los que tengan para colaborar con algún alimento, siempre serán bienvenidos. Ojalá que a pesar de los problemas nos pueda ir mejor que el año pasado. Y muchas gracias a todos los villamarienses y gente de los alrededores por seguir apoyando este proyecto”, concluye Mirta, quién además, en fechas como Día del Niño y Navidad, obsequia con algún presente a los querubines que cada día se acercan a su domicilio a procurarse el alimento.
Rifa anual
A principios de marzo, el Comedor Niños Felices largará con su tradicional rifa solidaria, que tendrá una cuota mensual de 50 pesos hasta fin de año (sortea en diciembre). Se venderán 100 números y los premios, aún sin confirmar, serán muy parecidos a los de 2014 (lavarropas, cocina, centro musical, cafetera y celular). Para mayor información o por donaciones, los interesados deberán comunicarse a los teléfonos (0353) 154099267/155630556 /155636794, o dirigirse personalmente a Jujuy 2675.
