Escribe: Jesús Chirino
El viernes pasado estuvo en Villa María, Gonzalo Pedano. Vino a presentar el libro de su autoría “Aniquilar y restaurar – el proyecto político del terrorismo de Estado” de Ediciones del Boulevard, en el que analiza las relaciones de poder en la última dictadura. Pedano, belvillense, que cursó filosofía en la Universidad Nacional de Córdoba, nació el primer día de noviembre de 1983, en pleno proceso de recuperación de la democracia y desde 2004 es voluntario de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. En su libro, mediante la utilización de recursos metodológicos foucaultianos y sin dejar de reconocerle méritos estratégicos a la “hipótesis represiva”, la cual sostiene que la decisión de imponer un modelo neoliberal de acumulación llevó a reprimir a quienes se oponían al mismo, analiza las prácticas discursivas y no discursivas de la época, analizando las acciones de las Fuerzas Armadas en término de prácticas sociales.

Con el propio Pedano realizamos el siguiente intercambio: llaman la atención en tu libro las argumentaciones que hacen imposible algunas explicaciones esquemáticas y simples sobre ese período tan doloroso de la historia argentina como fue la última dictadura cívico-militar. Permitís que surjan conceptos básicos de una suerte de filosofía de los genocidas argentinos. ¿Nos podrías comentar cuáles son los puntos más importantes para explicar cómo se ejerció el poder en ese momento?

- Como parte de un trabajo sistemático de investigación es necesario poner en cuestión –y no sólo por razones teóricas, sino también políticas- el conjunto de representaciones esquemáticas que existen sobre el objeto de estudio elegido. Al analizar el Terrorismo de Estado y sus prácticas, sometí a crítica a aquellos preconceptos que pretenden explicar el desarrollo y la aparición del mismo exclusivamente a partir del intento de imponer un modelo económico neoliberal. Por el contrario, insistí en la construcción propiamente política del programa dictatorial, destacando que el mismo tuvo un carácter contrarrevolucionario centrado en dos ejes principales: el de aniquilar a la subversión y el de restaurar la civilización occidental y cristiana. A partir de ese carácter contrarrevolucionario del proyecto político y sus dos ejes centrales es posible comprender la lógica de ejercicio del poder propia de las prácticas en estudio. Sus tecnologías de poder más características –la implementación de la tortura sistemática, la creación de Centros Clandestinos, la desaparición forzada, la apropiación de menores, la delación y la denuncia en la instituciones educativas, entre otras- sólo pueden ser entendidas acabadamente si se tiene presente la estrategia política que las abarcaba.

- Una de las prácticas que se analiza es la discursiva, así identificás el discurso sobre la subversión. Cómo se constituyo éste y qué relación establecés entre el mismo y la proliferación de técnicas que luego se le aplicaron a quienes se consideraban subversivos.

- Lo que se define a partir del concepto de discurso sobre la subversión hace referencia al conjunto de prácticas que caracterizaron la forma de ver y comprender propia del actor político que llevó adelante el proyecto mencionado. Este discurso tenía dos aspectos centrales: uno abocado a establecer las características, tácticas y estrategias de la subversión y la amenaza que la misma representaba desde esta visión, el otro dedicado a establecer los valores, principios e instituciones claves a defender de ese gran peligro en expansión. El análisis documental exhaustivo de actas, estatutos, órdenes secretas, leyes y el análisis de las obras de aquellos intelectuales y académicos que cumplieron funciones institucionales durante la última dictadura posibilitó mostrar las características distintivas del discurso, señalando su fuerte carácter religioso y su pertenencia al horizonte de sentido propio de ese movimiento político conocido como nacionalismo católico. La función política de este discurso fue la de legitimar el accionar de las Fuerzas Armadas, señalando el conjunto de medidas necesarias para cumplir las tareas capitales de aniquilar a la subversión y restaurar las instituciones de la civilización cristiana. Sobre la base de este discurso y en directa articulación con el mismo, se implementaron un conjunto de tecnologías de poder, una de ellas tristemente novedosa y nunca antes vista: la apropiación sistemática de menores.

Sin lugar a dudas que “Aniquilar y restaurar…” es un libro que invita a pensar nuestra historia reciente, cosa que sólo podemos hacer desde este presente en el cual advertimos la puesta en escena de ciertas prácticas discursivas cargadas de fundamentalismos que dejan entrever peligrosas lógicas de poder. Por otra parte, al poner el acento en la construcción política del proyecto dictatorial, Pedano nos proporciona más elementos para pensar el rol de quienes asumieron responsabilidades en las intervenciones de las administraciones municipales de ciudades como la nuestra. Aquellos que, por ejemplo, siendo comisionados o funcionarios municipales no sólo asumieron el discurso de la dictadura sino que lo reprodujeron con énfasis. También quienes siendo directivos o docentes de instituciones educativas se transformaron en engranajes del denominado Operativo Claridad con el que se pretendía “erradicar la subversión” de los ámbitos educativos.
El libro de Pedano resulta una interesante “caja de herramientas” en la cual, el lector atento, podrá encontrar conceptos fundados en un importante trabajo de investigación que ofrece nuevas claves para pensar las relaciones de poder en la última dictadura militar.