Quien no pecó, ¿qué sabe?
Qui peccatum non fecit, quid scit? (Quien no pecó, ¿qué sabe?). Esta sentencia o “latinismo”, bíblico o pseudobíblico, ¿acaso no es una apología del pecado? Quod absonum est (lo cual es aberrante). Pero regresemos a la teología actual. ¿Se puede afirmar alegremente que el aserto ut supra es correcto? Me parece que sí. Veamos algunas reflexiones.
Según las interpretaciones del insondable “mito” del pecado original, los simbólicos Adán y Eva “desobedecieron a Dios, es decir que pecaron, comiendo del fruto del árbol del bien y del mal”. Eran libres y sin pecado antes de tal desobediencia. A posteriori, siguieron libres, pero “pecaron” figurativa y realmente por ellos y por todos sus descendientes. Es decir, que conocieron el bien y el mal “gracias” a esa desobediencia.
De allí el mérito de practicar el bien y rechazar el mal. Secus non... (de lo contrario, no existiría el mérito). Y la misma Iglesia se atrevió a decir y a cantar: “O, felix culpa, quae meruit habere talem et tantum Redemptorem” (Oh, feliz culpa que nos mereció un tal y tan grande Redentor). ¿Entonces qué? ¿Es sentencia cierta que nuestra sabiduría se origina en el pecado? Y hay “pecados” para todos los gustos, todos los poderes y todas las culturas.
Alguien dijo (a mí, al sacristán y al Papa) “el que esté sin pecado que arroje la primera piedra” y nos fuimos calladitos, todos, comenzando por los más ancianos, mientras el pícaro Jesús escribía mi nombre en la tierra. Y luego borró para siempre todos esos verdaderos pecados con el borrador de su sangre. Casi le podemos decir medio en broma y muy afectuosamente a Jesús de Nazaret: “si no fuera por mis pecados, tú Señor no serías Jesús de Nazaret el Redentor”.
Te agradezco Señor el haberme permitido pecar para poder así, y solo así traerte del cielo para hacerte un terráqueo hermano nuestro. Ahora te puedo pedir perdón sin traumas, más aún, con la alegría de llenarte de amor humano con mi título de hijo pródigo. Que no se indigne el hijo mayor que nunca se atrevió a pecar. Hay algo divino en el pecado, materia prima de la Misericordia divina.
José Amado Aguirre, sacerdote, Doctor en Leyes y Licenciado en Letras
¿Costanera de unos pocos?
Habitualmente se dice que la costanera es un lugar para ir a disfrutar del contacto con la naturaleza, ya sea con la familia, con amigos o en soledad, compartiendo una comida, unos mates, una charla o una simple caminata.
Eso es lo que varias veces he intentado hacer, ya sea sola o acompañada de otras personas, en nuestra costanera de la ciudad de Villa María, pero últimamente, muchas veces -y me arriesgaría a decir todas- no pude disfrutar con tranquilidad de ese tan hermoso lugar que tenemos los villamarienses, que muchos se esmeran por arruinar y pocos se preocupan por controlar para preservar.
Con esto me refiero al triste paisaje que tengo que observar cada vez que asisto a la costanera. Ya resulta casi imposible pasear en auto sin que una moto te sobrepase por cualquier lado, con suerte lo hacen por la izquierda, a centímetros del espejo retrovisor, a gran velocidad, sin luces, con caños de escape libres, en contramano, en una rueda haciendo lo que se conoce como willy y hasta sin patente.
Me cuesta mucho entender que aquellos que nos esmeramos por tener nuestros vehículos en condiciones, con todo el gasto que ello significa, y pagamos todos los impuestos al día, no podamos disfrutar del espacio público, mientras que otros se apropian de la costanera y la usan como un circuito de carreras poniendo en riesgo sus vidas y las de otras personas que lejos están de mantener ese conducta.
Por eso pregunto con todo respeto si la Policía y la Municipalidad de Villa María no pueden hacer algo para impedir que esto suceda. Sinceramente, cada vez tengo menos ganas de ir a la costanera, algo que lamento mucho porque es un lugar muy hermoso que pocas ciudades de la región pueden tener.
Además, lamentablemente esa conducta riesgosa de muchos motociclistas irresponsables -y no digo todos porque, por suerte, todavía quedan aquellos que conducen correcta y respetuosamente- no se da solamente sobre el asfalto. Hace pocos días estaba comiendo un asado por la noche en la “Bajada Entre Ríos” y pude observar con mucha preocupación como un grupo de jóvenes “picaban” con sus motos entre medio de las mesas y asadores, esquivando a niños inocentes que jugaban el lugar. Alarmante y para tener mucha precaución.
Humildemente, y sin considerarme una experta en el tema, creo que hay muchas formas de detener estas conductas que ponen en riesgo la integridad física de tantas personas que sólo buscan estar en la costanera para pasar un grato momento. Colaboremos entre todos para que eso sea posible. Tenemos una muy linda ciudad y muchas veces la tratamos con desprecio.
A. M.
DNI 32.026.312